"No codicies mi boca. Mi boca es de ceniza
Y es un hueco sonido de campanas mi risa./
No me oprimas las manos. Son de polvo mis manos.
Y al estrecharlas tocas comida de gusanos./
No trences en mis cabellos. Mis cabellos son tierra.
Con la que han de nutrirse las plantas de la sierrra./
No acaricies mis senos. Son de greda, los senos
Que te empeñas en ver como lirios morenos./
¿Y aún me quieres, amado? ¿Y aún mi cuerpo pretendes
Y, largas de deseo, las manos a mí tiendes?/
¿Aún codicias, amado, la carne mentirosa
Que es ceniza y se cubre de apariencias de rosa?/
Bien, tómame. ¡Oh lacería!
¡Polvo que busca el polvo sin sentir su miseria!