El alcohol no consuela, no llena los vacíos psicológicos de nadie, pero suple la ausencia de Dios. No compensa al hombre. Al contrario, anima su locura, le transporta a las regiones supremas donde es maestro de su propio destino.
El alcohol no consuela, no llena los vacíos psicológicos de nadie, pero suple la ausencia de Dios. No compensa al hombre. Al contrario, anima su locura, le transporta a las regiones supremas donde es maestro de su propio destino.