Versión que algunos dicen pertenece a Las mil y una noches, pero que no aparece en ninguna de sus ediciones
EL ÁRABE Y LA MUERTE
Había una vez un rico califa en Bagdad que era muy famoso por su sabiduría y su bondad. Un día, el califa envió a su sirviente Abdul al mercado a comprar comida. Mientras Abdul estaba mirando por los puestos del mercado, de repente sintió un escalofrío. Notó que alguien estaba detrás de él. Se volvió y vio un hombre alto vestido de negro. No pudo ver la cara del aquel hombre porque la tenía cubierta por una tela, pero sí sus fríos ojos. El hombre le estaba mirando fijamente y Abdul comenzó a temblar.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres? -preguntó Abdul.
El hombre de negro no respondió.
—¿Cómo te llamas? -le interrogó nerviosamente, de nuevo, Abdul.
—Yo soy… la Muerte -le respondió el extraño secamente, y se fue.
Abdul dejó caer la cesta de la compra, se dirigió corriendo al palacio y entró deprisa y corriendo en la habitación del califa.
—Lo siento, señor. Tengo que dejar Bagdad inmediatamente -dijo Abdul.
—¿Por qué? ¿Qué ha sucedido? -preguntó el califa.
—Acabo de encontrarme con la Muerte en el mercado -replicó Abdul.
—¿Estás seguro? -le interpeló el califa.
— Sí, completamente seguro. Estaba vestido de negro y me miró fijamente. Voy a ir a la casa de mi padre en Samarra. Si voy ahora mismo, estaré allí antes de la puesta del sol - dijo Abdul.
El califa notó que Abdul estaba aterrorizado y le dio permiso para ir a Samarra.
El califa estaba perplejo y no entendía nada de aquel asunto, pero, como tenía mucho cariño a Abdul, se enfureció mucho porque su criado había sido atemorizado por el extraño del mercado. Entonces decidió ir allí a investigar aquel oscuro asunto. Después de un rato, el califa encontró al hombre de negro y le increpó:
—¿Por qué atemorizaste a mi sirviente?
—¿Quién es vuestro sirviente? -le respondió el extraño.
—Su nombre es Abdul -contestó el califa.
—Yo no quería atemorizarle. Estaba sorprendido de verle en Bagdad - replicó la Muerte.
—¿Por qué estabas sorprendido? -preguntó el califa.
—Estaba sorprendido porque esta noche tengo una cita con él en Samarra.
Cuento de origen persa «Cita en Samarcanda», que Cortázar reconstruyó a su aire para los alumnos de la Universidad de Berkeley en 1980:
Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al rato el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: señor, cuando estaba en la plaza del mercado una mujer me hizo muecas entre la multitud y cuando me volví pude ver que era la Muerte. Me miró y me hizo un gesto de amenaza; por eso quiero que me prestes tu caballo para irme de la ciudad y escapar a mi sino. Me iré para Samarra y allí la Muerte no me encontrará. El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él y le clavó las espuelas en los flancos huyendo a todo galope. Después el mercader se fue para la plaza y vio entre la muchedumbre a la Muerte, a quien le preguntó: ¿Por qué amenazaste a mi criado cuando lo viste esta mañana? No fue un gesto de amenaza, le contestó, sino un impulso de sorpresa. Me asombró verlo aquí en Bagdad, porque tengo una cita con él esta noche en Samarra.
"The Appointment in Samarra"
(as retold by W Somerset Maugham [1933])
The speaker is Death
There was a merchant in Bagdad who sent his servant to market to buy provisions and in a little while the servant came back, white and trembling, and said, Master, just now when I was in the marketplace I was jostled by a woman in the crowd and when I turned I saw it was Death that jostled me. She looked at me and made a threatening gesture, now, lend me your horse, and I will ride away from this city and avoid my fate. I will go to Samarra and there Death will not find me. The merchant lent him his horse, and the servant mounted it, and he dug his spurs in its flanks and as fast as the horse could gallop he went. Then the merchant went down to the marketplace and he saw me standing in the crowd and he came to me and said, why did you make a threatening gesture to my servant when you saw him this morning? That was not a threatening gesture, I said, it was only a start of surprise. I was astonished to see him in Bagdad, for I had an appointment with him tonight in Samarra.
"The Appointment in Samarra"
(as retold by W. Somerset Maugham [1933])
The speaker is Death
There was a merchant in Bagdad who sent his servant to market to buy provisions and in a little while the servant came back, white and trembling, and said, Master, just now when I was in the marketplace I was jostled by a woman in the crowd and when I turned I saw it was Death that jostled me. She looked at me and made a threatening gesture, now, lend me your horse, and I will ride away from this city and avoid my fate. I will go to Samarra and there Death will not find me. The merchant lent him his horse, and the servant mounted it, and he dug his spurs in its flanks and as fast as the horse could gallop he went. Then the merchant went down to the marketplace and he saw me standing in the crowd and he came to me and said, Why did you make a threating getsture to my servant when you saw him this morning? That was not a threatening gesture, I said, it was only a start of surprise. I was astonished to see him in Bagdad, for I had an appointment with him tonight in Samarra.