sábado, 30 de junio de 2018
domingo, 24 de junio de 2018
Anthem–Leonard Cohen
Ring the bells that still can ring
Forget your perfect offering
There is a crack, a crack in everything
That’s how the light gets in.
Cohen, who didn’t like explaining his music, reportedly made a rare statement about “Anthem” on The Future Radio Special, a special CD released by Sony in 1992. (This hasn’t been independently verify. Was published on a fan site.):
The future is no excuse for an abdication of your own personal responsibilities towards yourself and your job and your love. “Ring the bells that still can ring”: they’re few and far between but you can find them.
This situation does not admit of solution of perfection. This is not the place where you make things perfect, neither in your marriage, nor in your work, nor anything, nor your love of God, nor your love of family or country. The thing is imperfect.
And worse, there is a crack in everything that you can put together: Physical objects, mental objects, constructions of any kind. But that’s where the light gets in, and that’s where the resurrection is and that’s where the return, that’s where the repentance is. It is with the confrontation, with the brokenness of things.
viernes, 22 de junio de 2018
sábado, 16 de junio de 2018
Pensamientos sobre el aborto
Antonio Castaño No entiendo muy bien. La inquisición fue hace cientos de años. Mucho más recientemente se creía que la gente de color no tiene alma, y hubo exterminios y genocidios por causas racistas o políticas. Hoy en día, si el mundo fuera más solidario se podrían evitar millones de muertes por hambre o por enfermedades. No sé cuál es el punto.
Tampoco entiendo eso de adueñarse de defender la vida. ¿No es algo que deberíamos hacer todos y algunos no se están haciendo cargo? Menos entiendo eso de que el valor de la vida depende de un acuerdo social. ¿Cómo sería? ¿Habría que acordar el valor de la vida de cada persona? ¿O de la vida humana en general? ¿Medido cómo, respecto a qué? Son ideas interesantes, pero me cuesta comprenderlas.
Antonio Castaño Claro. El tema es que en este caso hay un conflicto en cómo se interpreta el "defender la vida". Hay quienes creen que es priorizar la vida de la mujer y otros que creen que hay que defender la vida de la mujer y la vida por nacer. Como lo veo, la primera postura tiene una decisión implícita que es que una vida vale más que la otra. Y no creo que la vida valga más o menos ahora que antes. En todo caso, vale más.
Antonio Castaño Claro. El tema es que en este caso hay un conflicto en cómo se interpreta el "defender la vida". Hay quienes creen que es priorizar la vida de la mujer y otros que creen que hay que defender la vida de la mujer y la vida por nacer. Como lo veo, la primera postura tiene una decisión implícita que es que una vida vale más que la otra. Y no creo que la vida valga más o menos ahora que antes. En todo caso, vale más.
Antonio Castaño Bueno, es lo que le escribí a Daniel más arriba. Hay que educar, trabajar para evitar el embarazo no deseado. Y para los embarazos no deseado que se den, hay que trabajar en que eso no signifique para la mujer entrar en una situación de vulnerabilidad en todo sentido. La opción de ésta ley es el camino mas corto pero el más brutal, un facilismo, y el que termina pagando es la vida por nacer.
Antonio Castaño El tema es complejo. Me parece que esta ley es un mal parche aplicado en el momento incorrecto. El embarazo no deseado es un problema, que es lo que hace que algunas mujeres quieran abortar. Mi opinión es que el enfoque debería ser más integral. Primero, educar. Acá una ley de educación sexual desde hace 12 años, que prácticamente no se ha implementado, se hizo poco más que repartir pastillas y preservativos y "entrenar" algunos maestros. Hay que hacer todo lo posible para evitar que existan eses embarazos no deseados. Y cuando ocurren, habría que contener a la madre, asistirla en todos los sentidos para que el bebé llegue a término y trabajar en el tema de las adopciones. Hay 150.000 familias esperando bebés o niños para ser adoptados. Me parece que facilitar el aborto es un atajo, "la atamos con alambre", total los bebés no se pueden manifestar en la Plaza del Congreso. El aborto debería ser un último recurso.
Dicho esto, me parece que esta ley tiene muchas desprolijidades. No sé si la leíste, pero te resumo las que me hacen más ruido.
La ley que permite a las mujeres, incluso las menores de 16 a años, sin que se especifique edad mínima, a matar a su hijo, Esto viola el corpus legal vigente. El Estado tiene que dar cumplimiento a su pedido en un plazo que debe ser como máximo 5 días corridos desde el momento en que lo solicite; creo ese plazo no permite que pueda recibir toda la información pertinente, recibir asistencia psicológica y contención para entender lo que está haciendo. Se asume que el sistema sanitario argentino tiene capacidad para absorber esa tarea cuando la realidad es que hay recursos muy escasos, y muchas otras prioridades La terminación de esa vida se puede realizar sin ninguna restricción en el tiempo de embarazo. La ley obliga a los "profesionales de la salud" (parece que no hace falta que sean médicos) a realizar el aborto aunque vaya en contra de sus creencias. No se menciona nada sobre personas que no son de ciudadanía argentina o al menos, que tengan residencia. En toda la ley, no aparee la palabra "padre". Establece que todo esto se debe financiar con el dinero de los argentinos ... bueno .... de los argentinos que pagamos impuestos. Ese dinero se debería dedicar a la educación, la prevención y el acompañamiento de la madre.
Carlos Alejandro Pérez Mi juicio de valor sobre el origen de la vida humana. Es la misma que la ciencia, que establece que la vida humana comienza de la concepción. Porque el cigoto es la única célula que tiene un ADN distinto de la madre y de padre, y del organismo anfritrión, si fuese un vientre subrogado, etc.
Porque el embrión tiene la capacidad de "construirse a sí mismo", sin necesidad de mecanismo externo que lo haga. Solo necesita que el medio ambiente lo alimente para poder crecer; IGUAL que una persona ya nacida (nosotros, por ejemplo, ya no un bebé de un día): prívesele de nutrientes el tiempo suficiente, colóquesele en un entorno agresivo (desierto), y el individuo ya nacido morirá, igual que el embrión. Diferirán en la cantidad de nutrientes, y en el tamaño del medio ambiente, pero no en el mecanismo subyacente. Si el feto necesita de la placenta y de una madre viva y sana, el bebé lo mismo, solo difiere cual es el medio ambiente que lo abastece.
Por último, que dependa de la madre para poder sobrevivir, ya no es cierto. En 2016 la revista Nature (impact index 43, más que todas las demás revistas científicas conocidas juntas), publicó un hallazgo agridulce. Agrio, porque los investigadores realizaron experimentos con 12 embriones vivos, in vitro. Dulce, porque descubrieron mecanismos del embrión que tienden a que éste viva y se divida y crezca, aún sin detectar tejido materno alguno. Es como la célula fecundada "sabe" que hacer, y cómo formarse a sí misma, aun sin recibir señal alguna del útero. Debido a esto, la célula fecundada se considera una "entidad viviente autónoma". El resto de las células de la madre, si una es colocada fuera del cuerpo, no sabe qué hacer.
En resumen, yo creo que quien afirme que la ciencia no sabe cuando comienza la vida humana, se equivoca. O no leyó lo que debía leer (trabajos científicos con evidencia pura y dura), o leyó cualquier sitio que interpreta la ciencia -y ese es el punto: la ciencia no nos dice si la vida humana es valiosa, si es moralmente deseable o no. Nos dice que es un embrión, un cigoto, cuando comienza la vida de un individuo humano, et cetera. Pero el resto de la discusión la debemos dar , como sociedad, nosotros. Recordemos que los nazis basaron su exterminio en consideraciones científicas del momento, como la higiene racial, la eugenesia,etc. , que habian tenido cálida acogida en ciertos circulos cientificos europeos de principio del s. XX.
https://www.nature.com/articles/ncb3347
https://www.telam.com.ar/notas/201806/288228-aborto-ultima-audiencia-diputados.html
Margui Pinito "El desarrollo de un individuo comienza con la fecundación, fenómeno por el cual el espermatozoide del varón y el ovocito de la mujer se unen para dar origen a un nuevo organismo, el cigoto."
Langman (1999) Embriología Médica. Panamericana. pp. 3.
"El desarrollo humano es un proceso continuo que se inicia cuando un ovocito de una mujer es fecundado por un espermatozoo del varón."
Moore, Keith L.; Persaud, T.V.N. (2004) Embriología Clínica. Ed. Interamericana -Mc Graw-Hill-. pp. 1.
"La fertilización ocurre en la trompa de Falopio 24 a 48 horas después de la ovulación (...). La implantación ocurre aproximadamente seis o siete días después de la concepción (fertilización)."
Errol, R.; Norwitz, M. D., PH.D., Danny J. Schust, M.D., and Susan J. Fischer, Ph.D. (Noviembre 2001) Implantation and Survival of Early Pregnancy.
Federación Ecuatoriana de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FESGO) - 2009:
“La Ciencia enseña que la vida comienza en la concepción. Si esta verdad es afirmada también por las religiones, no deja por ello de ser una verdad estrictamente científica, para transformarse en una enseñanza religiosa opinable. El que niega que la vida se inicie en la concepción no se las tendrá que ver con la Religión sino con la Ciencia. Negar esta certeza de la Biología no es expresión de falta de fe, sino de una carencia de elementales conocimientos de Genética humana; aún más: de simple cultura general. Desde el momento que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Por lo demás, está en juego algo tan importante que, desde el punto de vista de la obligación moral, bastaría la sola probabilidad de encontrarse ante una persona, para justificar la más rotunda prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar un embrión humano. El ser humano debe ser respetado y tratado como una persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida. Afirmar que ‘la mujer puede hacer con su cuerpo lo que ella quiera’, además de ser una afirmación jactanciosa, no tiene en absoluto respaldo de la Ciencia: el embrión no es parte del cuerpo de la madre, ni el feto es una víscera de su cuerpo: el ADN del embrión es distinto del de sus progenitores."
Declaración de Madrid (17-03-2009):
“Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la fecundación es el momento en que se constituye la identidad Genética singular; la Biología Celular explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la información Genética que se conserva en todas las células y es la que determina la diferenciación Celular; la Embriología describe el desarrollo y revela cómo se desenvuelve sin solución de continuidad.
El cigoto es la primera realidad corporal del ser humano. Tras la constitución del material genético del cigoto, procedente de los núcleos gaméticos materno y paterno, el núcleo resultante es el centro coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular. El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo.”
miércoles, 13 de junio de 2018
Debate sobre el aborto–abril y mayo 2018
La serie de disertaciones sobre el aborto, que tuvieron lugar en distintas comisiones de la Cámara de Diputados entre abril y mayo de este año.
https://www.youtube.com/watch?v=Bx135LG9th4
https://www.youtube.com/watch?v=to4dcUJ9MQY
https://www.youtube.com/watch?v=a_fvZOU3rcQ
https://www.youtube.com/watch?v=yBPN8vwCYMQ
https://www.youtube.com/watch?v=INfaefGOeF8
https://www.youtube.com/watch?v=YoeymyszzTA
https://www.youtube.com/watch?v=CF0sv-F1e3w
https://www.youtube.com/watch?v=uJF68RlXHCo
https://www.youtube.com/watch?v=45NFpO1hMlA
https://www.youtube.com/watch?v=uqCkgnbikhA
https://www.youtube.com/watch?v=V5ZC9AZu8-U
martes, 12 de junio de 2018
Reflexiones sobre el aborto
De lo que he leído sobre los argumentos científicos (no religiosos, ni jurídicos, ni filosóficos) acerca de cuándo comienza la vida humana, encontré, simplificando, tres posturas diferentes:
1. Comienza en el momento de la concepción
2. Comienza en algún momento durante el embarazo
3. No se sabe
Los partidarios de la opción 1. afirman que el aborto es la terminación de una vida humana que tiene derechos.
En el caso de las posturas 2. y 3. la pregunta es cómo se determina el momento en que el embrión comienza a ser una vida humana. ¿Cómo se define ese momento? ¿Cuándo ocurre? ¿Cuál es el cambio biológico que hace que se convierta en vida humana? Esto requiere tener una repuesta científica acerca de la definición de qué es vida humana. Si alguien tiene una respuesta, ¿cómo puede demostrarla? ¿Semana 14? No es entendible que a las 14 semanas menos 1 segundo no es humano y a las 14 semanas más un segundo es humano. ¿Qué pasa en ese instante? ¿Es un hecho demostrable científicamente? ¿Es un "destello" de vida que aparece de pronto?
Creo que son preguntas que por ahora no se pueden responder. Y hasta tanto no se puedan responder, personalmente adoptaría la posición de humildad y respeto que una visión científica tiene que tener frente a lo que todavía no conoce.
domingo, 10 de junio de 2018
A SECULAR CASE AGAINST ABORTION - Kristine Kruszelnicki
De: http://www.prolifehumanists.org/secular-case-against-abortion/
The following piece was originally submitted to The Humanist after their September/October edition of the Humanist featured an article by Marco Rosaire Rossiquestioning the existence of pro-life atheists. The piece, though as extensive as possible in answering standard pro-choice arguments, was ultimately rejected because it didn’t answer a number of other questions (including contraception and early vs late-term abortion) that a 2,500 word limit simply could not allow. While I hope to work with the editor for a future re-write, here is the original piece for your reading:
A SECULAR CASE AGAINST ABORTION
By: Kristine Kruszelnicki
“Is there really such a thing as a pro-life atheist?” asked Marco Rosaire Rossi in the September/October edition of the The Humanist. “What’s next, Intelligent Design Agnostics? How about Secularists for Sharia Law?”
Atheists may not have a pope, but in the eyes of many there is still a proper dogma that all good atheists must adhere to. To be an atheist is to support abortion. Fail to do so and you will be denounced as “secretly religious.” When I joined an agnostic and an atheist from Secular Pro-Life for an information table at the 2012 American Atheist Convention, a popular atheist blogger accused us outright of having “actually lied about being atheist.” [Edit: She also seriously misheard and misconstrued the point of my green banana analogy!]
There is an obvious reluctance to accept that non-religious pro-lifers exist. But we do exist. While we differ somewhat in our approaches and philosophies, our numbers include atheist thinkers like Robert Price, author of “The Case Against the Case for Christ,” civil libertarian writer Nat Hentoff, philosophers Arif Ahmed and Don Marquis, and liberal anti-war activist Mary Meehan, to name a few.
The late atheist author Christopher Hitchens, when asked in a January 2008 debate with Jay Wesley Richards whether he was opposed to abortion and was a member of the pro-life movement, replied:
“I’ve had a lot of quarrels with some of my fellow materialists and secularists on this point, [but] I think that if the concept ‘child’ means anything, the concept ‘unborn child’ can be said to mean something. All the discoveries of embryology [and viability] – which have been very considerable in the last generation or so – appear to confirm that opinion, which I think should be innate in everybody. It’s innate in the Hippocratic Oath, it’s instinct in anyone who’s ever watched a sonogram. So ‘yes’ is my answer to that.”
Secular pro-lifers include seasoned atheists and agnostics, ex-Christians, conservatives, liberals, vegans, gays and lesbians, and even pro-lifers of faith, who understand the strength of secular arguments with secular audiences. The following secular case against abortion is one perspective, and does not represent any single organization.
Abortion, The Complex Issue?
Abortion is an emotionally complex issue, stacked with distressing circumstances that elicit our sympathy and compassion, but abortion is not morally complex: If the preborn are not human beings equally worthy of our compassion and support, no justification for abortion is required. Women should maintain full autonomy over their bodies and make their own decisions about their pregnancies. However, if the preborn are human beings, no justification for abortion is morally adequate, if such a reason cannot justify ending the life of a toddler or any born human in similar circumstances.
Would we kill a two year-old whose father suddenly abandons his unemployed mother, in order to ease the mother’s budget or prevent the child from growing up in poverty? Would we dismember a young preschooler if there were indications she might grow up in an abusive home? If the preborn are indeed human beings, we have a social duty to find compassionate ways to support women, that do not require the death of one in order to solve the problems of the other.
Science vs Pseudoscience
While some abortion advocates have accused pro-lifers of using “pseudoscience”, in fact scientific evidence strongly backs the pro-life claim that the human embryo and fetus are biological members of the human species. Dr. Keith L. Moore’s “The Developing Human: Clinically Oriented Embryology,” used in medical schools worldwide, is but one scientific resource confirming this knowledge. It states:
“Human development begins at fertilization, the process during which a male gamete or sperm (spermatozoo development) unites with a female gamete or oocyte (ovum) to form a single cell called a zygote. This highly specialized, totipotent cell marked the beginning of each of us as a unique individual.”
Unlike other cells containing human DNA – sperm, ovum and skin cells, for instance – the newly fertilized embryo has complete inherent capacity to propel itself through all stages of human development, providing adequate nutrition and protection is maintained. Conversely, sperm and ovum are differentiated parts of other human organisms, each having their own specified function. Upon merging, both cease to exist in their current states, and the result is a new and whole entity with unique behavior toward human maturity. Similarly, skin cells contain genetic information that can be inserted into an enucleated ovum and stimulated to create an embryo, but only the embryo possesses this self-directed inherent capacity for all human development.
Defining Personhood
The question of personhood leaves the realm of science for that of philosophy and moral ethics. Science defines what the preborn is, it cannot define our obligations toward her. After all, the preborn is a very different human entity than those we see around us. Should a smaller, less developed, differently located and dependent being be entitled to rights of personhood and life?
Perhaps the more significant question is: are these differences morally relevant? If the factor is irrelevant to other humans’ personhood, neither should it have bearing on that of the preborn. Are small people less important than bigger or taller people? Is a teenager who can reproduce more worthy of life than a toddler who can’t even walk yet? Again, if these factors are not relevant in granting or increasing personhood for anyone past the goal post of birth, neither should they matter where the preborn human is concerned.
One might fairly argue that we do grant increasing rights with skill and age. However, the right to live and to not be killed is unlike the social permissions granted on the basis of acquired skills and maturity, such as the right to drive or the right to vote. We are denied the right to drive prior to turning 16; we are not killed and prevented from ever gaining that level of maturity.
Similarly, consciousness and self-awareness, often proposed as fair markers for personhood, merely identify stages in human development. Consciousness doesn’t exist in a vacuum. It exists only as part of the greater whole of a living entity. To say that an entity does not yet have consciousness is to nonetheless speak of that entity within which lies the inherent capacity for consciousness, and without which consciousness could never develop.
As atheist Nat Hentoff points out, “It misses a crucial point to say that the extermination can take place because the brain has not yet functioned or because that thing is not yet a ‘person’. Whether the life is cut off in the fourth week or the fourteenth, the victim is one of our species, and has been from the start.”
The inherent capacity for all human function lies within the embryo because she is a whole human entity. Just as one would not throw out green bananas along with rotten bananas though both lack current function as food, one cannot dismiss a fetus who has not yet gained a function, alongside a brain-dead person who has permanently lost that function. To dismiss and terminate a fetus for having not yet achieved a specified level of development is to ignore that a human being at that stage of human development is functioning just as a human being of that age and stage is biologically programmed to function.
Location and Singular Dependency
Pointing to the Universal Declaration of Human Rights in support of his position that “human beings as persons are born,” Mr. Rossi declared: “The fact of the matter is birth transforms us. It simultaneously makes us into individuals and members of a group, and thus embeds in us rights-bearing protections.”
This claim is grossly fallacious. First, what is does not necessarily represent what should be. The fact that social conventions of personhood disregard the preborn human is no surprise, and in fact the very matter in dispute. Second, birth possesses no such magical powers of transformation. At birth a developing human changes location, begins to take in oxygen and nutrients in a new manner, and begins to interact with a greater number of other humans. But a simple journey through the birth canal does not change the essential nature of the entity in question.
In fact, bio-ethicist Peter Singer agrees with the pro-lifer on this point. He argues: “The pro-life groups were right about one thing, the location of the baby inside or outside the womb cannot make much of a moral difference. We cannot coherently hold it is alright to kill a fetus a week before birth, but as soon as the baby is born everything must be done to keep it alive.” (Singer then goes on to argue that since there is no significant difference between a late-term fetus and a newborn, infanticide is thereby justified.) Birth is undoubtedly a significant moment in our lives, but it is not our first moment.
So what of dependency? Assuredly, a fetus is significantly more dependent on his or her mother than at any other time in his or her life. But are dependent humans not fully human? Does a conjoined twin’s dependence on a sibling’s heart or lungs disqualify her from personhood? May we kill severely dependent adults or an infant who cannot even raise his own head, let alone feed, shelter himself, or walk away?
If the issue is what Rossi calls “absolute dependence [on] our mothers,” a further question must be asked: Why does dependence on a single person mean one is not valuable or worthy of life and protection? If a wayward child were to find his way onto a stranger’s yacht only to be discovered a day later at sea, he would be temporarily dependent on that sailor’s resources alone. Would the sailor be justified in tossing the child overboard into shark-infested waters?
Moreover, is it truly the mark of a civilized people that the more vulnerable and dependent a human is, the more we can justify his or her death? Is “might-makes-right” the best we can do as a modern and sophisticated people faced with a vulnerable being and a woman in crisis?
Rape and Bodily Autonomy
Nothing adds more emotion to the already emotional debate of abortion than the issue of rape. It is, however, vital that one does not confuse abhorrence of rape and desire to comfort the victim, with the fundamental question of whether hardship justifies homicide. If the preborn is a human being, the circumstances of one’s conception have no bearing on his or her right to not be exterminated.
Judith Jarvis Thompson’s “Unplugging the Violinist” (a fictional scenario in which one is kidnapped by friends of a dying violinist in need of a kidney, and forced to remain plugged into him for nine months in order to save his life) illustrates the dilemma of bodily autonomy, while suggesting grounds for abortion in cases of rape.
However, Thomson fails to recognize that the relationship between a preborn and her mother is unlike an artificial union of one stranger to another. The fetus is not an intruder. She is in the rightful home of a human being at her age and stage of development. Unlike the kidneys, which exist for the woman’s body, the uterus exists and each month prepares to welcome someone else’s body. A woman has a right to her body, but so too a fetus has a right to the uterus that is her biologically-given home.
Furthermore, recognizing the biological responsibilities with which we have evolved as a species, we understand that while one is not always morally obligated to a stranger, one is obligated to provide basic sustenance and protection to one’s biological offspring. A breast-feeding mother can’t claim ‘bodily autonomy’ and abandon her infant in the basement while she travels; neither can a pregnant mother abandon her responsibility to a dependent human child. While the rape victim did not choose and is unfairly put into this position, her basic obligation to her dependent human offspring is no less real than that of the sailor with an unwanted stowaway.
Abortion does not merely “unplug a dying stranger,” abortion actively dismembers and kills an otherwise healthy human being who is in an age-appropriate, naturally dependent union with his or her mother. Rebecca Kiessling, conceived in rape, says: “I may not look the same as I did when I was four years old or four days old yet unborn in my mother’s womb, but that was still undeniably me and I would have been killed [for my father’s crime].”
Abortion neither unrapes a woman nor helps her heal. Let’s punish the rapist, not his child.
Personally pro-life – But don’t change the law?
Finally, some will respond to the burden of science and reason by admitting that they are “personally pro-life” but wish abortion to remain legal so that it may remain safe. Without taking time to delve into the statistics on legal vs illegal abortions, the numbers that were performed illegally in doctor’s clinics or the role antibiotics played in making abortion safer even before Roe vs. Wade, the question is necessarily begged: safe for whom?
If one is “personally opposed” because he believes abortion ends human lives, it makes no sense to say that the ending of human lives should remain legal in order to save lives. Whether legal or illegal, all abortions kill. Sometimes the mother, but always her son or daughter.
Conclusion
Feminist author Frederica Matthews-Green once pointed out that “No woman wants an abortion as she wants an ice cream cone or a Porsche. She wants an abortion as an animal caught in a trap wants to gnaw off its own leg.” The challenge for our ever-evolving society is this: Are we going to hand the woman a hack-saw and help her amputate her leg? Or are we wise and capable enough to come up with creative ways of removing the offending trap, without destroying the leg in the process – especially when that “leg” is a fellow human being?
Society can continue to pit women against their preborn offspring, or we can begin to talk about real choices, real solutions and real compassion – such as those suggested by groups like Feminists for Life. The secular pro-life philosophy means including the smaller and weaker members of our species, and not excluding the dependent and vulnerable from rights of personhood and life. We have evolved as a species into a complex and inter-dependent community that is gradually doing away with prejudices like racism, sexism, and ableism. Let us now dispense with the lethal discrimination of ageism.
In the words of the Pro-Life Alliance of Gays and Lesbians: “None of us is truly free until all of us are free, with all our rights intact and guaranteed, including the basic right to live without threat or harassment.”
We can do better than abortion.
sábado, 9 de junio de 2018
jueves, 7 de junio de 2018
¿El aborto es aborto? - Alberto Benegas Lynch (h)
De: https://www.infobae.com/opinion/2016/09/17/el-aborto-es-aborto/
Es verdaderamente inaudito que a esta altura del siglo XXI se ponga en duda el hecho de la vida humana en el seno materno y, por ende, se niegue la equiparación de ese ser con el resto de las personas y, consecuentemente, se le niegue el derecho a la vida, el primero y más fundamental de los derechos individuales inscrito en todas las normas de convivencia civilizada.
Debo reiterar parte de lo que he apuntado antes sobre la materia. Antiguamente, no se establecía conexión causal entre el acto sexual y la procreación. Actualmente, la microbiología muestra que desde el instante en el que el óvulo es fecundado hay una célula única, distinta del padre y la madre, un embrión humano que contiene la totalidad de la información genética (ADN o ácido desoxirribonucleico). Una persona que tiene la carga genética completa, una persona en acto que está en potencia de desarrollar sus características futuras, del mismo modo que el adolescente es una persona en acto y en potencia de ser eventualmente anciano.
En el momento de la fusión de los gametos masculino y femenino —que aportan 23 cromosomas cada uno— se forma una nueva célula compuesta por 46 cromosomas, que, como queda dicho, contiene la totalidad de las características del ser humano.
Sólo con base en un inadmisible acto de fe en la magia más rudimentaria puede sostenerse que diez minutos después del nacimiento estamos frente a un ser humano pero no diez minutos antes. Como si antes del alumbramiento se tratara de un vegetal o un mineral que cambia súbitamente de naturaleza. Quienes mantienen que en el seno materno no se trataría de un humano, del mismo modo que una semilla no es un árbol, confunden aspectos cruciales. La semilla pertenece en acto a la especie vegetal y está en potencia de ser árbol, del mismo modo que el feto pertenece en acto a la especie humana, en potencia de ser adulto. Todos estamos en potencia de otras características psíquicas y físicas, de lo que no se desprende que por el hecho de que transcurra el tiempo mutemos de naturaleza, de género o de especie.
De Gregor Mendel a la fecha, la genética ha avanzado mucho. Luis F. Leujone, el célebre profesor de genética en La Sorbona, escribe: "Aceptar el hecho de que con la fecundación comienza la vida de un nuevo ser humano no es ya materia opinable. La condición humana de un nuevo ser desde su concepción hasta el final de sus días no es una afirmación metafísica, es una sencilla evidencia experimental".
La evolución del conocimiento está inserta en la evolución cultural y, por ende, de fronteras móviles en las que no hay límite para la expansión de la conciencia moral. Como ha señalado Durant, constituyó un adelanto que los conquistadores hicieran esclavos a los conquistados en lugar de achurarlos. Más adelante, quedó patente que las mujeres y los negros eran seres humanos a los que se les debía el mismo respeto que a otros de su especie. Hoy en día, los llamados abortistas, en una macabra demostración de regresión a las cavernas, volviéndoles la espalda a los conocimientos disponibles más elementales y encubriendo las contradicciones más groseras, mantienen que el feto no es humano y, por tanto, se lo puede descuartizar y exterminar en el seno materno.
Bien ha dicho Julián Marías que este brutal atropello es más grave que el que cometían los sicarios del régimen nazi, quienes con su mente asesina sostenían que los judíos eran enemigos de la humanidad. En el caso de los abortistas, no sostienen que aquellos seres inocentes e indefensos son enemigos de alguien. Marías denomina al aborto "el síndrome Polonio", para subrayar el acto cobarde de liquidar a quien —igual que en Hamlet— se encuentra en manifiesta inferioridad de condiciones para defenderse de su agresor.
La secuencia embrión-mórula-blastocisto-feto-bebé-niño-adolescente-adulto-anciano no cambia la naturaleza del ser humano. La implantación en la pared uterina (anidación) no implica un cambio en la especie, lo que, como señala Ángel S. Ruiz en su obra sobre genética: "No añade nada a la programación de esa persona", y dice que sostener que recién ahí comienza la vida humana constituye "una arbitrariedad incompatible con los conocimientos de neurobiología". La fecundación extracorpórea y el embarazo extrauterino subrayan este aserto.
Se ha dicho que la madre es dueña de su cuerpo, que es del todo cierto, pero no es dueña del cuerpo de otro. Se ha dicho que el feto es inviable y dependiente de la madre, lo que es también cierto, del mismo modo que lo son los inválidos, los ancianos y los bebés recién nacidos, de lo que no se sigue que se los pueda exterminar impunemente. Lo mismo puede decirse de supuestas malformaciones: justificar las matanzas de fetos justificaría la liquidación de sordos, mudos e inválidos. Se ha dicho que la violación justifica el mal llamado aborto, pero un acto monstruoso como la violación no justifica otro acto monstruoso como el asesinato. Se ha dicho, por último, que la legalización del aborto evitaría las internaciones clandestinas y antihigiénicas que muchas veces terminan con la vida de la madre, como si los homicidios legales y profilácticos modificaran la naturaleza del acto.
Entonces, en rigor, no se trata de aborto sino de homicidio en el seno materno, puesto que abortar significa interrumpir algo que iba a ser pero que no fue, del mismo modo que cuando se aborta una revolución quiere decir que no tuvo lugar. De más está decir que no estamos aludiendo a las interrupciones naturales o accidentales, sino a un exterminio voluntario, deliberado y provocado.
Tampoco se trata en absoluto de homicidio si el obstetra llega a la conclusión —nada frecuente en la medicina moderna— de que el caso requiere una intervención quirúrgica de tal magnitud que debe elegirse entre la vida de la madre o la del hijo. En caso de salvar a uno de los dos, muere el otro como consecuencia no querida; del mismo modo que si hay dos personas ahogándose y sólo hay tiempo de salvar a una, en forma alguna puede concluirse que se mató a la otra.
Se suelen alegar razones pecuniarias para abortar; el hijo siempre puede darse en adopción pero no matarlo por razones crematísticas, porque, como se ha hecho notar con sarcasmo macabro, en su caso: "Para eso es mejor matar al hijo mayor, ya que engulle más alimentos".
Es increíble que aquellos que vociferan a favor de los derechos humanos (una grosera redundancia, ya que los vegetales, los minerales y los animales no son sujetos de derecho) se rasgan las vestiduras por la extinción de ciertas especies no humanas, pero son partidarios del homicidio de humanos en el seno materno. La carnicería que se sucede bajo el rótulo de "aborto" constituye una enormidad, la burla más soez a la razón y al significado más elemental de la civilización.
La lucha contra este parricidio en gran escala reviste mucha mayor importancia que la lucha contra la esclavitud, porque por lo menos en este caso espantoso hay siempre la esperanza de un Espartaco exitoso, mientras que en el homicidio no hay posibilidad de revertir la situación.
Estremecen las historias en donde por muy diversos motivos y circunstancias existió la intención directa o indirecta de abortar a quienes luego fueron, por ejemplo, Juan Pablo II, Andrea Bocelli, Steve Jobs, Cristiano Ronaldo, Céline Dion, Jack Nicholson y Ludwig van Beethoven. Por supuesto que no es necesario que se trate de famosos para horrorizarse frente al crimen comentado. Todos los seres humanos son únicos e irrepetibles en toda la historia de la humanidad. Cada uno posee un valor extraordinario y no puede ser tratado como medio para los fines de otros, puesto que es un fin en sí mismo.
Lo dicho es la razón por la que en las normas de países civilizados se destaca el derecho a la vida de las personas en el seno materno y desde la concepción. El eminente constitucionalista Gregorio Badeni ha enfatizado este punto en el ilustrativo caso argentino. Así explica Badeni los siguientes seis puntos. Primero, el autor del Código Civil de 1871, Dalmasio Vélez Sarsfield, apunta en su nota al artículo 63: "Las personas por nacer no son personas futuras, pues ya existen en el seno materno". Segundo, el artículo 70 de ese código establece que la vida de las personas comienza desde su concepción. Tercero, el artículo 75, inciso 23, de la Constitución argentina impone la protección de la niñez desde el embarazo. Cuarto, el artículo 4, inciso primero de la Convención Americana "citada en el artículo 75, inciso 22 de nuestra ley fundamental, y que tiene jerarquía superior a la de las leyes del Congreso, prescribe que el derecho a la vida está protegido desde la concepción". Quinto: "La ley 23849 establece, en relación con la Convención sobre los Derechos del Niño, que en la Argentina reviste ese carácter toda persona desde su concepción y hasta los 18 años de edad". Y sexto, el Código Penal marca entre los delitos contra la vida (artículos 85 a 88), "sanciona a quien cause un aborto con dolo o culpa, a los médicos, parteras y farmacéuticos que provoquen o cooperen en causar un aborto y a la propia madre que produzca o consienta su propio aborto. La pena prevista, considerando las circunstancias agravantes de cada caso, es la prisión de 6 meses a 15 años". Concluye Badeni, en su escrito de 2001: "Para la legislación argentina, la vida de las personas comienza antes de su nacimiento y el aborto es un homicidio".
En estos contextos debe tenerse muy presente la indispensable responsabilidad que es perentorio que asuma cada cual al mantener relaciones sexuales y no sólo vinculado con el importante tema matrimonial. Hay infinidad de métodos que evitan el embarazo, no es cuestión de tomar el asunto frívolamente y luego arremeter contra una vida. Va de suyo que este comentario sobre la responsabilidad individual no se aplica al caso espantoso y repugnante de la violación, sobre lo que ya nos pronunciamos más arriba o, en línea equivalente, la aberración indescriptible del incesto forzoso, pero en las relaciones voluntarias se comprueba una enorme dosis de irresponsabilidad y cinismo superlativo.
Para cerrar esta nota periodística, es pertinente subrayar que, tal como escribe Niceto Blázquez, doctor en Filosofía y en Psicología Médica: "La escalada mundial del aborto legalizado es un fenómeno extraño de última hora, más o menos desde la Segunda Guerra Mundial en adelante para los países socialcomunistas y sus satélites" y se detiene a considerar muchos casos históricos de sociedades consideradas primitivas que castigaban lo que se denomina aborto en la parla convencional, comenzando desde el Código de Hammurabi, más de mil setecientos años antes de Cristo. Marcamos, al abrir esta nota, que en la Antigüedad no había necesariamente noción del nexo causal entre el vínculo sexual y la aparición de la prole, pero sí había clara idea de la vida en el seno materno, de allí la tendencia a los castigos y las reprimendas a los que atentaban contra esas vidas. Ahora, la "Modernidad" en gran medida se inclina por arrojar al basurero a seres humanos indefensos. Es de desear que esto cambie radicalmente, puesto que remite a las bases más elementales de la sociedad civilizada.