lunes, 22 de noviembre de 2010

Crítica a un mandamiento

Mi hija Magda, va a un colegio Católico. Tiene 17 años y termina este año.

Con agrado me enteré de que estaban analizando textos de don Fernando Savater (ver también Fernanado Savater en Wikipedia), a quien considero un pensador lúcido y desafiante. A Magda le dieron como tarea escribir la crítica a uno de los 10 mandamientos, el cual podían elegir, utilizando el estilo de Savater. Me pidió ayuda, que le diera algunas ideas.

Escribí este texto, como una base para desarrollar el trabajo. Le gustó.

Amarás a Dios sobre todas las cosas

Primer mandamiento. Primer problema. Por lo menos para mí. Sólo se puede amar algo que se conoce. Conocer a Dios, es algo que el hombre todavía no ha podido hacer. Ni con la ciencia ni con la razón. O se puede amar algo en lo cual se tiene fe. Con lo cual, el problema sigue, al menos para mí. No tengo fe, no creo en Dios. Creo en la razón. y en la ética.

Sin embargo, mi problema empieza antes. Podría decirse que soy alguna de las variaciones de lo que se suele llamar un agnóstico. Si a Ud. le preguntan si cree en las brujas, probablemente diga que no. Sin embargo, tiene noción de qué es una bruja. Incluso, con la imagen que tiene de una bruja, hasta podría describirla. Lo mismo si le preguntan si cree en los gnomos, las sirenas o los centauros. Puede imaginar estas cosas, porque fueron imaginadas y descriptas, por alguna persona antes. Pero mi problema es que ni siquiera puedo decir que no creo en Dios. Porque no siquiera tango la noción de Dios. Ninguno de los que lo han imaginado y descripto me convecen. No a mi razón.

Pero volvamos al problema de la fe en Dios, que permitiría a una persona creer en Él. Mi problema sigue. Problema que creo, empieza a ser no sólo mi problema, sino el de muchos.

Según la misma doctrina católica, según el Nuevo Testamento, la fe no se puede conseguir, no se puede buscar. Porque la fe es un don de Dios. Ni siquiera se puede rezar para recibirla. Porque para rezar a alguien, habría primero que tener fe, para rezarle a alguien en quien uno cree. Algo imposible, porque todavía no se ha recibido la fe, y por lo tanto no se puede creer.

Entonces. Mi problema persiste. No he recibido el don de la fe. Por lo tanto no creo en Dios. Y por lo tanto, sencillamente, no puedo amarlo.

Pero … ¿acaso este decálogo milenario, que ha inspirado a millones de personas a lo largo de la historia, carece de sentido? Mi razón me dice que no, que algún sentido debe tener.

¿Y si este mandamiento (y los dos que siguen) fuera una metáfora? La Biblia está llena de metáforas ¿O acaso alguien cree que la serpiente convenció a Eva? ¿O que el Mar Rojo se abrió para que Moisés cruzara con el pueblo hebreo? ¿O que Abraham iba a matar a su hijo? ¿O que Noé hizo un arca para subir a todas las especies de la tierra? Estás son todas metáforas, imaginadas por los hombres, para que los hombres reciban una enseñanza.

Quizás el Dios del que habla el primer mandamiento, sea aquello que, para cada uno, es lo supremo. Aquello que cada uno sienta como que es lo que le da sentido a su vida. La verdad, la ética, el trabajo por los demás. Si fuera así, entonces, el primer mandamiento se leería:

Ama a aquello que le da sentido a tu vida, por sobre todas las cosas.

Con este mandamiento, no tengo ningún problema.

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