miércoles, 28 de febrero de 2018

Shiba Inu

El Shiba Inu (柴犬?) es el más pequeño de las seis originales y diferentes razas de perro de Japón. Es un perropequeño y ágil que soporta muy bien el terreno montañoso, ya que fue originalmente criado para la caza. Es similar en apariencia al Akita Inu, aunque es mucho más pequeño en estatura. Es una de las pocas razas de perro antiguas que todavía existen en el mundo.Resultado de imagen para Shiba inuResultado de imagen para Shiba inuResultado de imagen para Shiba inuResultado de imagen para Shiba inuResultado de imagen para Shiba inu

Decálogo de la lógica

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Un embrión no es equiparable a un ser humano

De: https://www.lanacion.com.ar/2112665-un-embrion-no-es-equiparable-a-un-ser-humano

n punto central en el debate sobre la despenalización del aborto radica en establecer si es o no equiparable a un homicidio. Quienes optan por la afirmativa suelen sostener que la ciencia ha determinado que la vida humana comienza con la concepción, lo cual es cierto. Lo que no es cierto es que el concepto de vida humana y persona sean equiparables.

Se puede trazar un paralelismo entre el debate sobre la aparición del ser humano como individuo y aquel acerca del surgimiento de la vida humana sobre el planeta. Durante siglos se adhirió a una visión instantaneísta, en la cual los primeros humanos surgieron como un acto de creación divina. Actualmente la propia Iglesia Católica ha reconocido que la especie humana es producto de la evolución, es decir que los seres humanos provenimos de seres que no consideramos humanos. Así, dado que no existe la generación espontánea, podemos establecer una línea continua que une nuestras vidas con las de individuos iguales a nosotros que vivieron hace unos 100.000 años. Pero si continuamos retrocediendo en la misma línea, llegamos a homínidos similares a la famosa Lucy, hace dos millones de años; a los primeros mamíferos, hace 65 millones de años, y a las primeras células vivas, hace 3500 millones de años.

Esta historia evolutiva de nuestra especie se reproduce durante el desarrollo embrionario, desde una célula primordial hasta una criatura que nace, pasando por estadios muy similares a los embriones de otras especies.

Se ha afirmado que toda la información correspondiente a un individuo se encuentra presente en un óvulo fecundado. Esto no es cierto. La única información presente es la secuencia en el ADN. La información es una medida del orden o la complejidad y aumenta exponencialmente durante la gestación. Somos conscientes de esta diferencia. El ADN de un ave está presente en el huevo. No obstante, no tenemos problemas en hervir un huevo recién puesto pero no herviríamos uno incubado por 21 días, y menos aún un pollito.

Basado en esta evidencia científica, el Comité de Ética del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva propuso, en oportunidad de la modificación del Código Civil, una redacción del artículo 19 que decía que si bien la vida humana comienza con la concepción, las características propias de una persona se adquieren a lo largo de la gestación. A pesar de que esta modificación no fue aceptada, pone en claro que para los especialistas, durante las primeras etapas de la gestación, un embrión no es equiparable a un ser humano.

Esta postura es compartida por la mayoría de los países que han despenalizado o legalizado la interrupción del embarazo, estableciendo límites temporales coincidentes por ejemplo con la aparición de una actividad cerebral detectable. Está claro, no obstante, que aun cuando no sea considerado un delito, un aborto es una experiencia extremadamente traumática para una mujer. Despenalizarlo no implica promoverlo como método de control de la natalidad.

La ciencia ha contribuido a otorgar a las mujeres el derecho a una maternidad responsable. Es decir, asegurar que no haya embarazos no deseados, particularmente en edad temprana, y que aquellas mujeres que deseen procrear puedan hacerlo más allá de los límites impuestos por una fisiología reproductiva que surgió como adaptación a una expectativa de vida muy diferente de la que gozan actualmente. La biología de la reproducción ha provisto las herramientas, pero resta todavía un considerable trabajo de las ciencias sociales para que el fundamentalismo no impida el acceso a aquellas.

Soy consciente de que estos argumentos no cambiarán la opinión de quienes ya tienen una posición tomada. Esto se debe al fenómeno de cognición cultural descripto por Dan Kahan, del Departamento de Leyes de la Universidad de Yale. Según este autor, en temas controversiales, los individuos suscriben o no a una aseveración de acuerdo con lo que consideren que los acerca o los aleja de la pertenencia al grupo con el cual comparten valores. En otras palabras, generalmente nos interesa más la pertenencia al grupo que el valor de verdad de aquello que pensamos. Por eso, es tan difícil llegar a consensos en temas tan complejos desde el punto de vista conceptual y tan ligados a las creencias religiosas o a la cosmovisión de cada grupo como es el tema del aborto.

De lo que se trata, en este caso, es de no usar argumentos pretendidamente científicos para imponer a los demás convicciones propias de nuestra visión del mundo.

Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación; especialista en Biología de la Reproducción

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jueves, 22 de febrero de 2018

Galletas de limón

Ingredientes
1/4 de cucharadita de polvo de hornear
1/2 cucharadita de sal
250 grs de azúcar
250 grs de harina 4 ceros
90 grs de manteca
3 cucharadas soperas de jugo de limón
Ralladura de la cáscara de 2 limones
1 huevo
1 cucharadita de esencia de vainilla
Azucar impalpable para espolvorear

Preparación
1-Precalentar el horno a 180 grados.
2-En un recipiente mezclar la sal, la arena y el polvo de hornear. Reservar.
3-En otro mezclar el azúcar con la manteca hasta que quede el azúcar perfectamente integrada.
4-Agregar el jugo de limón, la ralladura, la vainilla y el huevo. Batir bien.
5-Agregar a esa mezcla el contenido del primer recipiente y mezclar hasta que quede bien integrado.
6-Formar bolitas y ponerlas en una bandeja para horno enmantecada y enharinada, aplastarlas un poquito y tratar de que queden a unos centímetros unas de las otras. (Así no les importa asa como a mi y no se les pegan entre sí por los bordes)
7-Hornear por 15 minutos aproximadamente, sacar y dejar enfriar fuera del horno 30 minutos.
8-Espolvorear con azúcar impalpable.
9-Comerlas

miércoles, 21 de febrero de 2018

El crimen del aborto: relato vs. realidad - Nicolás Marquez

De: https://www.infobae.com/opinion/2018/02/21/el-crimen-del-aborto-relato-vs-realidad/

Conforme el lenguaje sofístico y sentimental que muy bien saben imponer los partidarios del aborto, este hecho no constituye la desaparición forzada de un menor sino apenas "la interrupción del embarazo", eufemismo cortés para referirse a un filicidio sin escandalizar a la audiencia desprevenida. Pero dado que la "interrupción" por definición es el cese transitorio de una actividad para su posterior reanudación, dicha descripción sería injusta por errónea, siendo que los embarazos no se "interrumpen" puesto que el aborto es un acto de naturaleza definitiva e irreversible, precisamente porque la muerte es un hecho definitivo e irreversible: "Ahorcar es interrumpir la respiración" decía con sorna Julián Marías.

¿Y qué es el aborto entonces? Es la muerte de la persona por nacer ¿Y cuándo comienza la vida? Desde el momento mismo de la concepción. Y lo dicho no es la "anacrónica" sentencia de un teólogo preconciliar, sino la ciencia desde la embriología y la biogenética la que nos ha demostrado con absoluta certeza que la vida humana comienza en el momento en el cual se unen el gameto masculino (espermatozoide) y el gameto femenino (óvulo), y es en este proceso de fusión cuando se acoplan 23 cromosomas del espermatozoide con 23 cromosomas del óvulo materno. Esto forma el cigoto, es decir un nuevo ser conformado en su inicio por 46 cromosomas con su material genético propio y un sistema inmunológico diferente del de la madre. Basta que la unión de las células se dé, para que indefectiblemente se constituya un nuevo ser, sin importar si tal generación de vida humana fue el fruto del amor abnegado de los esposos o de una brutal violación: "No se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad experimental. Si el ser humano no comienza con la fecundación, no comienza nunca. Ningún científico informado puede indicar un solo dato objetivo posterior a la constitución de un nuevo ADN como hecho del que dependa el inicio de una vida humana. Afirmar que la vida humana comienza después de la fecundación, no es científico. Es una afirmación arbitraria, fruto de ideologías o intereses ajenos a la Ciencia. El cigoto, fruto de la fusión de las dos células germinales, es un individuo distinto del padre y de la madre, con una carga genética que tiene el 50 % de cada uno de los progenitores" confirma el padre de la genética moderna Jéromê Lejeune, afirmación que la ciencia médica Argentina ha ratificado desde la Academia Nacional de Medicina.

Y como nada hay de científico en los silogismos abortistas, el grueso de su propaganda se nutre de un martirologio sentimental compuesto de la sucesiva narración de historias de vida reales o ficticias de tinte traumático que supuestamente habría padecido la madre encinta y así, se busca justificar a modo de "mal menor" la pretendida defunción del niño: "Las mujeres ricas se hacen los abortos que les está vedado a las mujeres pobres" alega el libreto abortistas en jerga clasista. Pero aunque esta afirmación jamás probada fuese cierta, vale parangonar que el hecho de que las mujeres ricas consuman cocaína y las pobres pasta base, no por ello el Estado debería distribuir cocaína en las clases menos pudientes para así fomentar la viciosa "inclusión".

"La mujer que está embarazada es pobre y encima tiene otro hijo ya nacido que mantener" es otro de los argumentos sensibleros más habituales. O sea que en vez de ayudar a rescatar a la mujer de la pobreza, lo que proponen sus "representantes" es matar al niño por nacer a los fines ahorrativos ¿Y si mejor matamos al hijo más grande que es el que genera más gastos? Pero vale agregar que el aborto no es un problema de clase social: se practique por mujeres ricas o pobres, se haga clandestinamente o bajo la protección del Estado, se consume sin medios o con la más sofisticada tecnología, no deja de ser siempre el mismo homicidio contra la vida de un inocente indefenso. Nadie pretende obligar a la mujer embarazada a tener un hijo no querido, pero ocurre que "el hijo no querido" ella ya lo tiene consigo: el bebé en gestación no es una persona de existencia potencial sino actual.

"Aunque lo prohíba el Código Penal, los abortos se hacen igual. Hay que legalizarlos para evitar el riesgo de muerte de la madre al que es sometida por abortar en lugares inseguros" ¿Hay mujeres que corren riesgo de muerte tras abortar en ámbitos clandestinos? Sí. Y es triste y lamentable. Pero el detalle es que la mujer que muere al exponerse voluntariamente al delito filicida no es víctima sino victimaria, y en calidad de tal acaba accidentalmente muriendo: aquí la verdadera víctima es el niño. Análogamente, si un ladrón quiere robar un banco y en la intentona es abatido por la policía, su muerte fue una consecuencia no deseada como consecuencia del riesgo inherente a su actividad criminal. ¿Tenemos que despenalizar el robo para que el ladrón no corra riesgos de muerte entonces?

Pero los riesgos por delinquir en el aborto parecieran no ser tantos: en Argentina hay un promedio anual de 43 muertes maternas por abortos (entre inducidos y espontáneos) según cifras del Ministerio de Salud al 2016. Ese mismo año se produjeron 171.408 defunciones femeninas y las 43 que murieron como consecuencias del aborto representan el 0,025% del total de los decesos femeninos, guarismo ínfimo que pone de manifiesto que la despenalización del aborto no es una urgencia real sino una agenda artificial: anualmente son 3000 las mujeres que mueren en accidentes de tránsito y jamás hubo una marcha para reclamar mejoras en políticas de vialidad. También en 2016 murieron por deficiencias nutricionales 525 mujeres, pero nadie marchó contra el hambre ese año. Las contundentes cifras parecieran indicar que los abortistas están más interesados en deshacerse del hijo que en salvaguardar la integridad de la mujer.

"La mujer es perseguida por la justicia por el simple hecho de disponer de su cuerpo" rezan las consignas feministas. Y más allá de que el niño en gestación no es parte del cuerpo de la madre, lo cierto es que la mentada "persecución" no pareciera tener efecto práctico: se jactan los abortistas de que hay 500 mil abortos por año en Argentina (otra cifra inflada y sin respaldo), pero resulta que de las 76 mil personas hoy detenidas en los establecimientos penitenciarios diseminados por el país, apenas se conoce el caso de una sola mujer que lo está por haber delinquido con un aborto, dato que lamentamos porque ello nos confirma la gran impunidad que existe en materia tan delicada.

Otros de los aforismos abortistas más habituales nos dice que "en la panza el bebé es totalmente dependiente de la madre", y que en aras de esta dependencia "la cosa" sigue siendo parte del cuerpo de la progenitora, y es potestad de ella decidir proseguir o no con el embarazo. Nadie le niega a la mujer el derecho a disponer de su cuerpo, pero una cosa es disponer de "su cuerpo" y otra distinta es disponer del cuerpo de un tercero, y que encima ese tercero sea su propio hijo y cuya "disposición" consistiría en asesinarlo.

Y tan independiente es el cuerpo del niño respecto del de la madre, que ni siquiera forma parte del cuerpo de la progenitora la placenta, ni el cordón umbilical ni tampoco el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras fases de desarrollo y los abandona al nacer, de modo semejante a cómo años después del nacimiento, el propio niño abandona los dientes de leche cuando ya no le son útiles para seguir creciendo. Y en cuanto al insistente punto de la "dependencia del niño respecto de la madre", cabe agregar que un bebé recién nacido también mantiene un altísimo grado de dependencia a expensas de la madre —más allá de que tras nacer respire por sí o se alimente sin cordón umbilical—, dado que si ésta lo desatiende apenas por unas horas, el niño no tardaría en expirar. ¿Tiene más dignidad un pequeño de cinco años de edad que uno nacido hace cinco días dado que éste último es más dependiente que aquél por no saber hablar ni caminar?

Y como a la postre los argumentos anticientíficos de los abortistas terminan cayéndose uno a uno, se suele acudir al extrañísimo caso del "embarazo generado por una violación" y entonces, por excepción, sostienen que aquí sí habría que autorizar el aborto. Pero esta excusa no suele ser tan excepcional: el grueso de las mujeres que quieren abortar dicen "haber sido violadas" sin tener que aportar mayores pruebas de la supuesta violación ni de la identidad del violador. En efecto, la inmensa mayoría de estos casos suelen ser invenciones con pretensiones filicidas dado que la legislación local habilita a la mujer a decir que fue violada y sin mayores trámites ni precisiones, consigue agilizar la autorización judicial para abortar con relativa facilidad. Con el agravante de que es justamente en el caso de las violaciones y como consecuencia del tremendo estrés generado ante tan repugnante situación, cuando los porcentajes de producción de embarazo disminuyen drásticamente: por ejemplo en Estados Unidos un estudio fundado en 1290 víctimas de violación concluyó que en sólo el 0,6% de los casos se configuró posterior estado de preñez. Y en una sucesión de 3.500 violaciones atendidas y tratadas a lo largo de 10 años en el Hospital San Pablo de Minneapolis, no se registró ni un solo caso de embarazo. Pero aunque contemplemos el caso hipotético de una violación real de la cual surja una preñez efectiva: ¿no cabría concentrar la energía en castigar al violador antes que en matar al menor?

Que como consecuencia del aberrante delito la madre no quiera tener un hijo ello constituye una desgracia insalvable: al hijo ya lo tiene consigo en el vientre. Que no lo quiera criar y hacerse cargo de la criatura sí es algo salvable, puesto que lo puede dar en adopción. Al mismo tiempo, es el Estado el que tiene que contener afectiva y psicológicamente a la madre ante tan fatídico tránsito, cuidar la vida del niño en gestación y, por supuesto, darle un castigo categórico y ejemplar al depravado.

Sea legal o ilegal, el aborto mata igual. Y en el debate que las modas ideológicas han impuesto en la Argentina, vale destacar el penoso hecho de que el establishment derecho-humanista que clama despenalización ha omitido expresamente velar por los derechos de la verdadera víctima de esta historia: el bebé.

Nicolás Márquez es abogado y autor de "El Libro Negro de la Nueva Izquierda. Ideología de Género o Subversión Cultural".

domingo, 18 de febrero de 2018

Qué piensa Jordan Peterson, un filósofo polémico, odiado por la izquierda y best seller imparable

De: https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/02/18/que-piensa-jordan-peterson-un-filosofo-polemico-odiado-por-la-izquierda-y-best-seller-imparable/

Su audiencia, mayoritariamente masculina, lo convirtió en una estrella con 460.000 suscriptores a su canal de videos y 200.000 seguidores en Twitter. El profesor de la Universidad de Toronto va contra las corrientes del relativismo cultural y gana adeptos

18 de febrero de 2018

A lo largo de un año el canadiense Jordan Peterson se convirtió en una celebridadonline. Lo extraño de su caso es que se trata de un profesor de psicología de la Universidad de Toronto cuyos temas de investigación harían bostezar al grueso de sus seguidores, que son Millennials y 4 de cada 5 de ellos, varones. Peterson ha dedicado su vida académica a estudiar las creencias políticas y religiosas a partir de las grandes características de la personalidad humana: amplitud, escrupulosidad, extroversión, simpatía y neurosis.

No fue eso lo que lo llevó a tener 460.000 suscriptores a su canal de YouTube, donde sus 225 videos fueron vistos 30 millones de veces, a razón de un millón por mes; ni a tener 200.000 seguidores en Twitter, ni a ser el autor más visto en Quora, ni a ganar miles de dólares en Patreon con un pago mensual de USD 5 por patrocinador.

Tampoco hizo desnudos à la Kim Kardashian. O quizá hizo algo así: su destape filosófico lo han convertido en una figura divisiva, un Kierkegaardashian, a quien se adora o se odia.

Los varones Millennials son 4 de cada 5 de los admiradores de Jordan Peterson.

Los varones Millennials son 4 de cada 5 de los admiradores de Jordan Peterson.

"Políticas de identidad y la mentira marxista del privilegio blanco"; "El juego de la corrección política (y algunas contra-tácticas)"; "Neo-marxismo posmoderno: diagnóstico y cura" y "Hay que detener a los autoritarios de la la igualdad: ¡ya!" son algunos de los títulos de sus conferencias en video, a partir de las cuales creció su fama. Luego de haber salido airoso (e impávido) de una entrevista hostil que le realizaron en BBC Channel 4, en la que negó que existiera desigualdad salarial entre hombres y mujeres, demolió el relativismo cultural, enfatizó la división en dos géneros, atacó a la izquierda y el feminismo, su nuevo libro se acomodó con firmeza en el número 1 de la lista de best sellers de Amazon.

En 12 Rules for Life: an Antidote to Chaos (Doce reglas para la vida: un antídoto contra el caos), este pensador de 55 años mantiene el tono áspero y combativo que admira su público. Combina psicología —su especialidad— con biología, antropología, sociología, economía, filosofía, literatura y religión en un volumen de autoayuda donde caben desde el Génesis a Nietzsche, desde Jung a Los Simpsons.

Dos ejes se destacan en su pensamiento: su creencia cristiana y su desdén por Jacques Derrida, la herencia posmoderna y las reencarnaciones del marxismo. Muchos de sus conceptos retoman el sentido común del buen comportamiento individual que construye una sociedad positiva, y lo expresan con títulos atractivos para el público de las redes sociales: "Persigue lo significativo (no lo que es conveniente)", por ejemplo, como tituló su Regla 7.

El segundo libro de Jordan Peterson, youtuber estrella de filosofía, aumentó la polémica alrededor del profesor de psicología.

El segundo libro de Jordan Peterson, youtuber estrella de filosofía, aumentó la polémica alrededor del profesor de psicología.

El ex profesor de Harvard cree en los valores morales. Y acaso eligió la forma de la autoayuda para sugerir modos de incorporarlos a la vida cotidiana. Ofrece ejercicios, como preguntarse con sinceridad qué puede hacer uno para que la existencia sea mejor: "Quizá puedes hacer esto en la mañana, mientras te sientas en el borde de la cama. Quizá puedes intentarlo la noche anterior, cuando te preparas para dormir".

Los Millennials también buscan sentido en la vida

Una cuestión llamativa del texto es que, si bien apunta a una generación criada entre algodones, con un fuerte sentido del individualismo y convencida de que le corresponden una montaña de derechos, entre ellos ser feliz, Peterson les sugiere que se avispen. "He criticado la idea de que la felicidad sea el objetivo adecuado de la vida", escribió. "En una crisis, el sufrimiento inevitable que implica la vida puede rápidamente reducir a burla la idea de que la felicidad es el propósito adecuado del individuo". Hace falta, argumentó, "un significado más profundo".

En "Obertura", como tituló el prólogo de 12 Rules for Life, Peterson cuenta que el libro nació de sus contribuciones a Quora, un sitio donde cualquiera puede hacer una pregunta y cualquiera la puede contestar, y las respuestas se ordenan según la aprobación de la comunidad de lectores.

Allí comenzó a explorar una manera de simplificar los conceptos de su primera libro, Maps of Meaning: The Architecture of Belief (Mapas de significado: la arquitectura de la creencia), que escribió entre 1985 y 1999. Sus 40 preguntas/respuestas fueron un éxito y pensó en hacer este libro. Mientras lo escribía, redujo las preguntas a 25. Luego a 16. Por fin quedaron las 12 que, cree, son suficientes para ofrecer lo que dice el subtítulo: un antídoto contra el caos. Y ese es su tema central.

La lucha entre el orden —que Peterson considera, como en la tradición, masculino— y el caos —según la misma cosmovisión, femenino— nunca dejó de ser la línea de equilibrio que permite el mantenimiento de la sociedad. "Para los taoístas, el significado se halla en la frontera entre este par siempre unido. Transitar por esa frontera es mantenerse en el sendero de la vida, el Camino divino. Y eso es mucho mejor que la felicidad", explicó.

Sus fuentes, sin embargo, son menos orientalistas: "Un sistema cultural compartido estabiliza la interacción humana, pero es también un sistema de valores: una jerarquía de valores, donde algunas cosas tienen prioridad e importancia y otras no. Cuando ese sistema de valores falta, la gente simplemente no puede actuar", explicó. "Sin valores, no hay significado". Y en este momento, diagnosticó, eso es lo que ocurre.

"En Occidente, nos hemos ido alejando de nuestras culturas centradas en las tradiciones, las religiones y hasta las naciones, en parte para disminuir el peligro del conflicto grupal. Pero cada vez más somos presa de la desesperación de la falta de sentido, y eso no es una mejora en absoluto".

La existencia es una travesía en esa frontera entre el orden y el caos; está atravesada por el sufrimiento y la transformación y para eso necesita significado. Y es común a todos los seres humanos. "Debemos asumir tanto responsabilidad como sea posible por la vida individual, la sociedad y el mundo"; de lo contrario, advirtió, sólo queda "el horror": "La creencia autoritaria, el caos del estado colapsado, la catástrofe trágica del mundo natural desenfrenado, la angustia existencial y la debilidad del individuo sin propósito".

Las reglas de Peterson: fragmentos

1. Yérguete, con los hombros hacia atrás

"La jerarquía de dominio no es el capitalismo. No es el comunismo, tampoco. No es el complejo militar-industrial. No es el patriarcado, ese artefacto cultural desechable, maleable, arbitrario. Ni siquiera es una creación humana, no en el sentido más profundo. Es en cambio un aspecto casi eterno del medioambiente. […] Hemos luchado por una posición desde antes de tener piel, o manos, o pulmones, o huesos. Poco hay más natural que la cultura. Las jerarquías de dominio son más antiguas que los árboles".

"Presta cuidadosa atención a tu postura. Deja de languidecer y andar encorvado. Di lo que piensas. Pon tus deseos por delante como si tuvieras derecho a ellos, al menos el mismo derecho que otros. Camina erguido y mira directamente hacia delante. […]

"Así fortalecido e incentivado, puedes elegir abrazar el Ser, y trabajar por su promoción y su mejora. Así fortalecido, puedes ser capaz de mantenerte de pie, incluso durante la enfermedad de un ser querido, incluso durante la muerte de un padre, y permitir que otros hallen fuerza a tu lado cuando, de otro modo, se sentirían abrumados por la desesperación. […] Así puedes ser capaz de aceptar el terrible peso del Mundo, y encontrar la alegría".

2. Trátate a ti mismo como a alguien a quien tienes la responsabilidad de ayudar

"Hombre y mujer y padres e hijos son categorías, para nosotros, naturales, profundamente incrustadas en nuestras estructuras de percepción, emoción y motivación."

"Si queremos cuidarnos adecuadamente, tendríamos que respetarnos, pero no lo hacemos porque somos —sobre todo ante nuestros propios ojos— criaturas caídas. Si viviéramos en la Verdad; si habláramos con la Verdad, entonces podríamos caminar con Dios otra vez, y respetarnos, y respetar a los otros y al mundo. Entonces podríamos tratarnos como a la gente que nos importa. Podríamos luchar para enderezar el mundo".

"Mucha gente carga el peso intolerable del disgusto por sí misma, el autodesprecio, la vergüenza y los complejos. […] Merecemos respeto. Tú mereces respeto. Tú eres importante para otras personas, tanto como para ti mismo. Y tienes un papel vital que cumplir en el destino en desarrollo del mundo. Estás, por lo tanto, moralmente obligado a cuidarte. Deberías cuidarte, ayudarte y ser bueno contigo del mismo modo en que deberías cuidar, ayudar y ser bueno con alguien a quien amas y valoras".

"Debes considerar el futuro y pensar: '¿Cómo podría verse mi vida si me cuidara adecuadamente? ¿Qué carrera me desafiaría, me haría productivo y útil, de manera tal que pueda cargar mi cuota de peso y disfrutar las consecuencias? ¿Qué debería estar haciendo cuando tengo libertad para mejorar mi salud, expandir mi conocimiento y fortalecer mi cuerpo?' Debes saber dónde te encuentras para entonces poder marcar tu ruta".

3. Hazte amigo de quien quiere lo mejor para ti

"Quizá estás salvando a alguien porque eres una persona fuerte, generosa, centrada, que quiere hacer lo correcto. Pero también es posible —y quizás más probable— que sólo quieras llamar la atención sobe tus reservas inextinguibles de compasión y buena voluntad".

Peterson hace una defensa controversial de Nelson, el bully de Los Simpsons.

Peterson hace una defensa controversial de Nelson, el bully de Los Simpsons.

"O quizá porque es más fácil parecer virtuoso cuando se está al lado de alguien totalmente irresponsable. […] Tu alcoholismo rampante hace que mis borracheras ocasionales parezcan triviales. Mis largas conversaciones serias contigo sobre tu matrimonio que se cae a pedazos nos convencen a ambos de que estás haciendo todo lo posible y que yo te estoy ayudando hasta el límite. Parece que hay esfuerzo. Parece que hay progreso. Pero una mejoría real necesitaría mucho más de ambos".

"O quizá no tienes plan, genuino o de otra naturaleza, de rescatar a alguien. Te juntas con gente que es mala para ti no porque sea mejor para alguien, sino porque es más fácil. Lo sabes. Tus amigos lo saben. A todos los une un contrato implícito: uno que lleva al nihilismo, y al fracaso, y al más estúpido de los sufrimientos. Todos ustedes han decidido sacrificar el futuro en aras del presente".

4. Compárate con quien eras ayer, no con cómo es otro hoy

"Podrías comenzar por no pensar, o mejor dicho, aunque menos mordazmente, por negarte a someter tu fe a la racionalidad actual, y su estrechez de miras. Esto no significa 'Vuélvete estúpido'. Significa lo opuesto. Significa en cambio que debes dejar de maniobrar y calcular y conspirar y complotar y aplicar y exigir y evitar e ignorar y castigar. Significa que debes hacer a un lado tus estrategias antiguas. Significa, en cambio, que debes prestar atención como nunca prestaste atención antes."

"'¿Qué puedo hacer, que yo pudiera realizar, para hacer que la Vida sea mejor?' No te ordenas qué debe ser 'mejor'. No eres un totalitario, ni un utópico, ni siquiera a solas, porque has aprendido de los nazis y de los soviéticos y de los maoístas y de tu propia experiencia que ser totalitario es algo malo".

"Apunta alto. Pon tu mirada en el mejoramiento del Ser. Alinéate, en tu alma, con la Verdad y el Bien Superior. Hay un orden habitable que establecer y hay belleza que traer a la existencia. Hay mal que derrotar, sufrimiento que calmar, y estás tú, que te tienes que mejorar".
Esto es, en mi interpretación, lo que constituye la cumbre ética del canon occidental".

5. No permitas que tus hijos hagan algo por lo cual te desagraden

"¿Fue realmente algo bueno, por ejemplo, liberalizar espectacularmente las leyes de divorcio en la década de 1960? No me resulta claro que lo crean los niños cuyas vidas fueron desestabilizaras por la hipotética libertad que introdujo este intento de liberalización."

"Veo a los padres de hoy con miedo a sus hijos, y en buena media porque se los ve como los agentes interpósitos de esta hipotética tiranía social [de los niños] y al mismo tiempo se los priva del crédito por su papel como agentes benévolos y necesarios de la disciplina, el orden y la convención. […] Aumentó la sensibilidad paterna ante el sufrimiento emocional de los hijos en lo inmediato, mientras que se intensificó su temor a dañar a los hijos hasta un grado doloroso y contraproducente".

"Los padres modernos se aterran ante dos palabras que con frecuencia se yuxtaponen: disciplina y castigo. Les evocan imágenes de prisiones, soldados y botas de combate. La distancia entre disciplinario y tiránico o entre castigo y tortura, por cierto, se cruza fácilmente. La disciplina y el castigo se deben tratar con cuidado. El miedo no me asombra. Pero ambos son necesarios. Se los puede aplicar inconsciente o conscientemente, mal o bien, pero no hay manera de evitarlo".

"El deber principal de los padres es hacer que sus niños sean socialmente convenientes".

6. Ordena tu casa perfectamente antes de criticar el mundo

"Con frecuencia las personas piensan de manera mefistofélica, aunque pocas veces actúan según sus pensamientos, tan brutalmente como los asesinos de masas en las escuelas, las universidades o los teatros. Cuando experimentamos la injusticia, real o imaginaria; cuando nos topamos con la tragedia o caemos presa de las maquinaciones de otros; cuando vivimos el horror y el dolor de nuestras propias, limitaciones, aparentemente arbitrarias, [en esos casos] la tentación de cuestionar el Ser y maldecirlo surge vilmente de la oscuridad. ¿Por qué la gente inocente debe sufrir tan terriblemente? ¿Qué clase de planeta sangriento, horrible, es este entonces?"

Peterson cuestiona la liberalización del divorcio en la década de 1960.

Peterson cuestiona la liberalización del divorcio en la década de 1960.

"La gente que sufre el mal puede, sin dudas, desear perpetuarlo, hacérselo a otros. Pero también es posible aprender el bien al sufrir el mal. Un niño que ha sufrido bullying puede imitar a quienes lo atormentaron. Pero también puede aprenderse su propio abuso que está mal abusar de la gente y hacer que sus vidas sean infelices. Alguien que fue atormentado por su madre puede aprender de sus experiencias terribles que ser un buen padre es muy importante".

"Estudia tus circunstancias. Empieza por lo pequeño. ¿Has sacado todo el provecho posible de las oportunidades que se te han ofrecido? ¿Te esfuerzas en tu carrera, o en tu trabajo, o dejas que la amargura y el resentimiento te sostengan y te tiren abajo? ¿Has hecho las paces can tu hermano? ¿Tratas a tu cónyuge y a tus hijos con dignidad y respeto? ¿Tienes hábitos que están destruyendo tu salud y tu bienestar? ¿Realmente cumples con tus responsabilidades? […] ¿Has limpiado tu vida? Si la respuesta es no, he aquí algo para intentar: Comienza por dejar de hacer lo que sabes que está mal".

7. Persigue lo significativo (no lo que resulta conveniente)

"El placer de lo conveniente puede ser fugaz pero, con todo, es placer, y eso es algo para acumular para protegerse del terror y el dolor de la existencia. Sálvese quién pueda, como dice el proverbio. ¿Por qué no, simplemente, tomar todo lo accesible, cuando la oportunidad se presenta? […] ¿O hay una alternativa, más poderosa y más convincente? Nuestros ancestros elaboraron respuestas muy sofisticadas a esas preguntas, pero todavía no las comprendemos bien. Eso es porque en buena medida son tácitas, se manifiestan principalmente en los rituales y en los mitos […] La historia bíblica del Paraíso y la Caída es una de ellas, creada por nuestra imaginación colectiva y elaborada durante siglos".

"Al asumir un sacrificio, nuestros antepasados comenzaron a manifestar lo que se consideraría una propuesta, si se expresara en palabras: que en el futuro se podría lograr algo mejor si en el presente se renunciara a algo de valor".

"No hay fe ni coraje ni sacrificio en hacer lo conveniente. […] Tener sentido en la vida es mejor que tener lo que uno quiere, porque uno puede no saber lo que quiere, ni lo que realmente necesita".

"¿Qué pasó exactamente en el siglo XX, en todo caso? ¿Cómo fue que muchas decenas de millones de personas tuvieron que morir, sacrificadas en nombre de los nuevos dogmas y las ideologías? ¿Cómo fue que descubrimos algo peor, mucho peor, que la aristocracia y las creencias religiosas corruptas, que el comunismo y el fascismo procuraron, tan racionalmente, suplantar?"

8. Di la verdad o, al menos, no mientas

"La vida es sufrimiento. Buda lo afirmó, explícitamente. Los cristianos describen ese mismo sentimiento con el imaginario: el crucifijo divino. La fe judía está saturada de su recuerdo. La identidad entre la vida y las limitaciones es el hecho primero e insoslayable de la existencia. La vulnerabilidad de nuestro Ser nos hace susceptibles a los dolores del juicio y el desprecio de la sociedad y a la falla de nuestros cuerpos. Pero incluso todas esas formas del sufrimiento, terribles como son, no alcanzan para corromper el mundo. […] Para eso, como afirmó Hitler con tanta claridad, se necesita la mentira".

"Para la gran mentira se necesita, primero, la mentira pequeña. La mentira, metafóricamente hablando, es la carnada que usó el Padre de las Mentiras para enganchar a sus víctimas. […] Nos podemos engañar a nosotros mismos, y a los demás, para hacernos creer y actuar como si las cosas fueran distintas de como sabemos que son. ¿Y por qué no mentir? ¿Por qué no torcer y distorsionar las cosas para obtener una pequeña ganancia, para suavizar las cosas, para mantener la paz, para no herir sentimientos?"

"La razón es simple. Todo se desmorona. Lo que ayer funcionaba no va a funcionar hoy necesariamente. […] Eso es el caos del submundo que crece, como una inundación, para consumir lo conocido. Pero no es el Infierno aún. El Infierno llega luego. El Infierno llega cuando las mentiras han destruido la relación entre el individuo o el estado y la realidad".

9. Presume que la persona a la que escuchas podría saber algo que tú no

"Si escuchamos sin juicio previo, en general al gente nos dirá todo lo que piensa, y con muy poca falsedad. La gente nos dirá las cosas más asombrosas, absurdas, interesantes".

"Vivimos amenazados por la enfermedad, el autoengaño, la infelicidad, la malevolencia, la traición, la corrupción, el dolor, las limitaciones. […] Hay que aceptarlo antes de poder conversar filosóficamente, en lugar de convencer, oprimir, dominar o entretener [por medio de la conversación]. Hay que aceptar esto para poder tolerar una conversación en la cual la Palabra, eternamente mediadora entre el orden y el caos, opere, psicológicamente hablando. Para tener esta clase de conversación es necesario respetar la experiencia de los compañeros de diálogo. […] Es como si uno se escuchara a sí mismo durante una conversación así".

"Así que escucha, escúchate a ti mismo y escucha a los demás con los que hablas. Tu sabiduría consistirá entonces no en el conocimiento que ya tienes sino en la búsqueda continua del conocimiento, que es la forma superior de la sabiduría".

10. Habla con precisión

"Cuando las cosas dejan de ser específicas, de tener precisión, las paredes se resquebrajan y se presenta el caos".

"En muchos hogares, en las décadas recientes se ha demolido la división tradicional del trabajo hogareño, muchas veces en nombre de la liberación y la libertad. Esa demolición, sin embargo, no ha dejado como consecuencia una gloriosa falta de restricciones sino caos, conflicto e indeterminación. A la huida de la tiranía suele no seguirle el Paraíso sino una travesía en el desierto, sin rumbo, confundidos y carenciado".

"Cuando todo se viene abajo, y el caos reemerge, podemos darle estructura, y restablecer el orden, mediante nuestra palabra. Si hablamos con cuidado y precisión, podemos resolver las cosas, y ponerlas en el lugar adecuado, y establecer un nuevo objetivo y dirigirnos hacia él, con frecuencia en comunidad, si negociamos, si logramos el consenso. Si hablamos sin cuidado o precisión, en cambio, las cosas permanecen difusas. […] La niebla de la incertidumbre no se disuelve y no hay cómo negociar nuestro paso por el mundo".

11. No molestes a los niños cuando patinan

"Pienso en los hombres jóvenes. Como beneficiarios privilegiados del patriarcado, sus logros se consideran inmerecidos. Como potenciales adherentes a la cultura de la violación, son sexualmente sospechosos. Sus ambiciones los hacen saqueadores del planeta. No son bienvenidos".

"Mientras escribo esto, recibo la última edición de The Economist. ¿Su nota de tapa? 'El sexo débil': se refiere al masculino. En las universidades modernas las mujeres son hoy más del 50% de los estudiantes en más de dos tercios de las disciplinas".

"Los niños sufren en el mundo moderno. […]  Las niñas juegan, por ejemplo, juegos de niños, pero los niños se resisten más a jugar juegos de niñas. Esto en parte se debe a que resulta admirable que una niña gane cuando compite con un niño. También está bien que pierda con un niño. Pero para un niño ganarle a una niña no está bien, y con frecuencia perder ante una niña está menos bien."

"Las niñas pueden ganar al gana dentro de su propia jerarquía: al ser buena en lo que las niñas valoran, como niñas. Pueden agregarle a esta victoria el hecho de ganar en la jerarquía de los niños. Los niños, sin embargo, sólo pueden ganar si ganan en la jerarquía masculina. Pierden estatus, entre las niñas y los niños, si son buenos en lo que las niñas valoran".

"Nelson Muntz de Los Simpsons es muy necesario para el pequeño grupo social que rodea al antihéroe hijo de Homero, Bart. Sin Nelson, el Rey de los Bullies, la escuela pronto quedaría infestada por Milhouses resentidos y susceptibles, Martin Princes narcisistas e intelectuales, niños alemanes tragachocolates y el infantil Ralph Wiggums. Muntz es un correctivo, un niño duro y autosuficiente que utiliza su propia capacidad de desprecio para decidir qué línea de comportamiento inmaduro y patético simplemente no se puede cruzar".

12. Cuando te cruces un gato en la calle, acarícialo

"¿Qué puede pensar una persona razonable cuando se enfrenta, por ejemplo, con una criatura que sufre? […] ¿Cómo es posible que un Dios buena permita que exista un mundo así? […] ¿Pero hay alguna alternativa coherente, dados los horrores obvios de la existencia? ¿Se puede realmente justificar al Ser, con sus mosquitos que transmiten malaria, sus niños soldados y sus enfermedades neurológicas degenerativas? […] No creo que sea posible responde esta pregunta pensando. Pensar conduce inexorablemente al abismo".

"Hay algo que supera al pensamiento, a pesar de su poder realmente asombroso. Cuando la existente se revela como existencialmente intolerable, la razón colapsa sobre sí misma. En esas situaciones —en lo profundo— lo que funciona es prestar atención, no pensar".

"Cuando te cruzas con un gato en la calle, pueden pasar muchas cosas. Yo veo un gato en la distancia, por ejemplo, mi parte maligna quiere startle it con un sonido fuerte [que imita el siseo] Eso hará que un gato nervioso infle su pelaje y se pare de costado, de manera tal que parezca más grande. […] Pero cuando me siento bajo control, me agacho y lo llamo, así puedo acariciarlo. A veces se irá. Otras veces me ignorará por completo porque es un gato. Pero a veces se va a acercar, me va a dar un cabezazo en la mano que lo espera, y se va a sentir contento."

"Y acaso cuando sales a caminar y la cabeza te da vueltas, se te aparecerá un gato y si le prestas atención podrás recibir un recordatorio, de sólo quince segundos, de la maravilla del Ser, y eso puede compensar el inerradicable sufrimiento que lo acompaña".

viernes, 16 de febrero de 2018

El jardín de senderos que se bifurcan (1941; Ficciones, 1944

A Victoria Ocampo

En la página 242 de la Historia de la Guerrra Europea de Lidell Hart, se lee que una ofensiva de trece divisiones británicas (apoyadas por mil cuatrocientas piezas de artillería) contra la línea Serre-Montauban había sido planeada para el 24 de julio de 1916 y debió postergarse hasta la mañana del día 29. Las lluvias torrenciales (anota el capitán Lidell Hart) provocaron esa demora —nada significativa, por cierto. La siguiente declaración, dictada, releída y firmada por el doctor Yu Tsun, antiguo catedrático de inglés en la Hochschule de Tsingtao, arroja una insospechada luz sobre el caso. Faltan las dos páginas iniciales.
         “... y colgué el tubo. Inmediatamente después, reconocí la voz que había contestado en alemán. Era la del capitán Richard Madden. Madden, en el departamento de Viktor Runeberg, quería decir el fin de nuestros afanes y —pero eso parecía muy secundario, o debería parecérmelo— también de nuestras vidas. Quería decir que Runeberg había sido arrestado o asesinado[1]. Antes que declinara el sol de ese día, yo correría la misma suerte. Madden era implacable. Mejor dicho, estaba obligado a ser implacable. Irlandés a las órdenes de Inglaterra, hombre acusado de tibieza y tal vez de traición ¿cómo no iba a brazar y agradecer este milagroso favor: el descubirmiento, la captura, quizá la muerte de dos agentes del Imperio Alemán? Subí a mi cuarto; absurdamente cerré la puerta con llave y me tiré de espaldas en la estrecha cama de hierro. En la ventana estaban los tejados de siempre y el sol nublado de las seis. Me pareció increíble que es día sin premoniciones ni símbolos fuera el de mi muerte implacable. A pesar de mi padre muerto, a pesar de haber sido un niño en un simétrico jardín de Hai Feng ¿yo, ahora, iba a morir? Después reflexioné que todas las cosas le suceden a uno precisamente, precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente me pasa me pasa a mí... El casi intolerable recuerdo del rostro acaballado de Madden abolió esas divagaciones. En mitad de mi odio y de mi terror (ahora no me importa hablar de terror: ahora que he burlado a Richard Madden, ahora que mi gasrganta anhela la cuerda) pensé que ese guerrero tumultuoso y sin duda feliz no sospechaba que yo poseía el Secreto. El nombre del preciso lugar del nuevo parque de artillería británico sobre el Ancre.Un pájaro rayó el cielo gris y ciegamente lo traduje en un aeroplano y a ese aeroplano en mucho (en el cielo francés) aniquilando el parque de artillería con bombas verticales. Si mi boca, antes que la dehiciera un balazo, pudiera gritar ese nombre de modo que los oyeran en Alemania... Mi voz humana era muy pobre. ¿Cómo hacerla llegar al oído del Jefe? Al oído de aquel hombre enfermo y odioso, que no sabía de Runeberg y de mí sino que estábamos en Staffordshire y que en vano esperaba noticias nuestras en su árida oficina de Berlín, examinando infinitamente periódicos... Dije en voz alta: Debo huir. Me incorporé sin ruido, en una inútil perfección de silencio, como si Madden ya estuviera acechándome. Algo -tal vez la mera ostentación de probar que mis recursos eran nulos—me hizo revisar mis bolsillos. Encontré lo que sabía que iba a encontrar. El reloj norteamericano, la cadena de níquel y la moneda cuadrangular, el llavero con las comprometedoras llaves inútiles del departamento de Runeberg, la libreta, un carta que resolví destruir inmediatamente (y que no destruí), el falso pasaporte, una corona, dos chelines y unos peniques, el lápiz rojo-azul, el pañuelo, el revólver con una bala. Absurdamente lo empuñé y sopesé para darme valor. Vagamente pensé que un pistoletazo puede oírse muy lejos. En diez minutos mi plan estaba maduro. La guía telefónica me dio el nombre de la única persona capaz de transmitir la noticia: viviía n un suburbio de Fenton, a menos de media hora de tren.
         Soy un hombre cobarde. Ahora lo digo, ahora que he llevado a término un plan que nadie no calificará de arriesgado. Yo sé que fue terrible su ejecución. No lo hice por Alemania, no. Nada me importa un país bárbaro, que me ha obligado a la abyección de ser un espía. Además, yo sé de un hombre de Inglaterra —un hombre modesto— que para mí no es menos que Goethe. Arriba de una hora no hablé con él, pero durante una hora fue Goethe... Lo hice, porque yosentía que el Jefe tenía en poco a los de mi raza -a los innumerables antepasados que confluyen en mí. Yo quería probarle que un amarillo podía salvar a sus ejércitos. Además, yo debía huir del capitán. Sus manos y su voz podían golpear en cualquier momento a mi puerta. Me vestí sin ruido, me dije adiós en el espejo, bajé, escudriñé la calle tranquila y salí. La estación no distaba mucho de casa, pero juzgué preferible tomar un coche. Argüí que así corría menos peligro de ser reconocido; el hecho es que en la calle desierta me sentía visible y vulnerable, infinitamente. Recurdo que le dije al cochero que se detuviera un poco antes de la entrada central. Bajé con lentitud voluntaria y casi penosa; iba a la aldea de Ashgove, pero saqué un pasaje para una estación más lejana. El tren salía dentro de muy pocos minutos, a las ocho y cincuenta. Me apresuré: el próximo saldría a las nueve y media. No había casi nadie en el andén. Recorrí los coches: recuerdo a unos labradores, una enlutada, un joven que leía con fervor los Anales de Tácito, un sodado herido y feliz. Los coches arrancaron al fin. Un hombre que reconocí corrió en vano hasta el límite del andén. Era el capitán Richard Madden. Aniquilado, trémulo, me encogí en la otra punta del sillón, lejos del temido cristal.
         De esa aniquilación pasé a una felicidad casi abyecta. Me dije que estaba empeñado mi duelo y que yo había ganado el primer asalto, al burlar, siquiera por cuarenta minutos, siquiera por un favor del azar, el ataque de mi adversario. Argüi que no era mínima, ya que sin esa diferencia preciosa que el horario de trenes me deparaba, yo estaría en la cárcel, o muerto. Argüí (no menos sofísticamente) que mi felicidad cobarde probaba que yo era hombre capaz de llevar a buen término la aventura. De esa debilidad saqué fuerzas que no me abandonaron. Preveo que el hombre se resignarña cada día a empresas más atroces; pronto no habrá sino guerreros y bandoleros; les doy este consejo: El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado. Así procedí yo, mentras mis ojos de hombre ya muerto registraban la fluencia de aquel día que era tal vez el último, y la difusión de la noche. El tren corría con dulzura, entre fresnos. Se detuvo, casi en medio del campo. Nadie gritó el nombre de la estación. ¿Ashgrove? les pregunté a unos chicos en el andén. Ashgrove, contestaron. Bajé.
         Una lámpara ilustraba el andén, pero las caras de los niños quedaban en la zona de la sombra. Uno me interrogó: ¿Usted va a casa del doctor Stephen Albert?. Sin aguardar contestación, otro dijo: La case queda lejos de aquí, pero usted no se perderá si toma ese camino a la izquierda y en cada encrucijada del camino dobla a la izquierda. Les arrojé una moneda (la última), bajé unos escalones de piedra y entré en el solitario camino. Éste, lentamente, bajaba. Era de tierra elemental, arriba se confundían las ramas, la luna baja y circular parecía acompañarme. Por un instante, pensé que Richard Madden había penetrado de algún modo mi desesperado propósito. Muy pronto comprendí que eeso era imposible. El consejo de siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para descubrir el patio central de ciertos laberintos. Algo entiendo de laberintos: no en vano soy bisnieto de aquel Ts'ui Pên, que fue gobernador de Yunnan y que renunció al poder temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu Meng y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. Trece años dedicó a esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo asesinó y su novela era insensata y nadie encontró el laberinto. Bajo árboles ingleses medité en ese laberinto perdido: lo imaginé inviolado y perfecto en la cumbre secreta de una montaña, lo imaginé borrado por arrozales o debajo del agua, lo imaginé infinito, no ya de quioscos ochavados y de sendas que vuelven, sino de ríos y provincias y reinos... Pensé en un laberintode laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros. Absorto en esas ilusorias imágenes , olvidé mi destino de perseguido. Me sentí, por un tiempo indeterminado, percibidor abstracto del mundo. El vago y vivo campo, la luna, los restos de la tarde, obraron en mí; asimismo el declive que eliminaba cualquier posibilidad de cansancio. La tarde era íntima, infinita.El camino bajaba y se bifurcaba, entre las ya confusas praderas. Una música aguda y como silábica se aproximaba y se alejaba en el vaivén del viento, empañada de hojas y de distancia. Pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines,cursos de agua, ponientes. Llegué, así, a un alto portín herrumbrado. Entre las rejas descifré una alameda y una especie de pabellón. Comprendí, de pronto, dos cosas, la primera trivial, la segunda casi increíble: la música venía del pabellón, la música era china. Por eso, yo la había aceptado con plenitud, sin prestarle atención. No recuerdo si había una campana o un timbre o si llamé golpeando las manos. El chisporroteo de la música prosiguió.
         Pero del fondo de la íntima casa un farol se acercaba: un farol que rayaban y a ratos anulaban los troncos, un farol de papel, que tenía la forma de los tambores y el color de la luna. Lo traía un hombre alto. No vi su rostro, porque me cegaba la luz. Abrió el portón y dijo lentamente en mi idioma:
         —Veo que el piadoso Hsi P'êng se empeña en corregir mi soledad. ¿Usted sin duda querrá ver el jardín?
         Reconocí el nombre de uno e nuestros cónsules y repetí desconcertado:
         —¿El jardín?
         —El jardín de los senderos que se bifurcan-
         Algo se agitó en mi recuerdo y pronuncié con incomprensible seguridad:
         —El jardín e mi antepasado Ts'ui Pên.
         —¿Su antepasado? ¿Su ilustre antepasado? Adelante.
         El húmedo sendero zigzagueaba como los de mi infancia. Llegamos a una biblioteca de libros orientales y occidentales. Reconocí, encuadernados en seda amarilla, algunos tomos manuscritos de la Enciclopedia Perdida que dirigió el Tercer Emperador e la Dinastía Luminosa y que no se dio nunca a la imprenta. El disco del gramófono giraba junto a un fénix de bronce. Recuerdo también un jarrón de la familia rosa y otro, anterior de muchos siglos, de ese color azul que nuestros antepasados copiaron de los alfareros de Persia...
         Stephen Albert me observaba, sonriente. Era (ya lo dije) muy alto, de rasgos afilados, de ojos grises y barba gris. Algo de sacerdote había en él y también de marino; después me refirió que había sido misionero en Tientsin “antes de aspirar a sinólogo”.
         Nos sentamos; yo en un largo y bajo diván; él de espaldas a la ventana y a un alto reloj circular. Computé que antes de una hora no llegaría mi perseguidor, Richard Madden. Mi determinación irrevocable podía esperar.
         —Asombroso destino el de Ts'ui Pên —dijo Stephen Albert—. Gobernador de us provincia natal, docto en astronomía, en astrología y enm la interpretación infatigable de los libros canónicos, ajedrecista, famoso poeta y calígrafo: todo lo abandonó para componer un libro y un laberinto. Renunció a los placeres de la opresión, de la justicia, del numeroso lecho, de los banquetes y aun de la erudición y se enclaustró durante trece años en el Pabellón de la Límpida Soledad. A su muerte, los herederos no encontraron sino manuscritos caóticos. La familia, como acaso no ignora, quiso adjudicarlos al fuego; pero su albacea —un monje taoísta o budista— insistió en la publicación.
         —Los de la sangre de Ts'ui Pên -repliqué— seguimos execrando a ese moje. Esa publicación fue insensata. El libro es un acervo indeciso de borradores contradictorio. Lo he examinado alguna vez: en el tercer capítulo muere el héroe, en el cuarto está vivo. En cuanto a la otra empresa de Ts'ui Pên, a su Laberinto...
         —Aquí está el Laberinto -dijo indicándome un alto escritorio laqueado.
         —¡Un laberinto de marfil! -exclamé-. Un laberinto mínimo...
         —Un laberinto de símbolos -corrigió-. Un invisible laberinto de tiempo. A mí, bárbaro inglés, me ha sido deparado revelar ese misterio diáfano. Al cabo de más de cien años, los pormenores son irrecuperables, pero no es difícil conjeturar lo que sucedió. Ts'ui Pên diría una vez: Me retiro a escribir un libro. Y otra: Me retiro a construir un laberinto. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto eran un solo objeto. El Pabellón de la Límpida Soledad se erguía en el centro de un jardín tal vez intrincado; el hecho puede haber sugerido a los hombres un laberinto físico. Ts'ui Pên murió; nadie, en las dilatadas tierras que fueron suyas, dio con el laberinto. Dos circunstancias me dieron la recta solución del problema. Una: la curiosa leyenda de que Ts'ui Pên se había propuesto un laberinto que fuera estrictamente infinito. Otra: un fragmento de una carta que descubrí.
         Albert se levantó. Me dio, por unos instantes, la espalda; abrió un cajón del áureo y renegrido escritorio. Volvió con un papel antes carmesí; ahora rosado y tenue y cuadriculado. Era justo el renombre caligráfico de Ts'ui Pên. Leí con incomprensión y fervor estas palabras que con minucioso pincel redactó un hombre de mi sangre: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan. Devolví en silencio la hoja. Albert prosiguió:
         —Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de Las 1001 Noches, cuando la reina Shahrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a referir textualmente la historia de Las 1001 Noches, con riesgo de llegar otra vez a la noche en que la refiere, y así hasta lo infinito. Imaginé también una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada nuevo individuo agregara un capítulo o corrigiera con piadoso cuidado la página de sus mayores. Esas conjeturas me distrajeron; pero ninguna me parecía corresponder, siquiera de un modo remoto, a los contradictorios capítulos de Tsúi Pên. En esa perplejidad, me remitieron de Oxford el manuscrito que usted ha examinado.Me detuve, como es natural, en la frase: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardín de senderos que se bifurcan. Casi en el acto comprendí; el jardín de los senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase varios porvenires (no a todos) me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones.Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen; por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo. Si se resigna usted a mi pronunciación incurable, leeremos unas páginas.
         Su rostro, en el vívido círculo de la lámpara, era sin duda el de un anciano, pero con algo inquebrantable y aun inmortal. Leyó con lenta precisión dos redacciones de un mismo capítulo épico. En la primera un ejército marcha hacia una batalla a través de una montaña desierta; el horror de las piedras y de la sombra le hace menospreciar la vida y logra con facilidad la victoria; en la segunda, el mismo ejército atraviesa un palacio en el que hay una fiesta; la resplandeciente batalla le parece una continuación de la fiesta y logran la victoria. Yo oía con decente veneración esas viejas ficciones, acaso menos admirables que el hecho de que las hubiera ideado mi sangre y de que un hombre de un imperio remoto me las restituyera, en el curso de un desesperada aventura, en una isla occidental. Recuerdo las palabras finales, repetidas en cada redacción como un mandamiento secreto: Así combatieron los héroes, tranquilo eñ admirable corazón, violenta la espada, resignados a matar y morir.
         Desde ese instante, sentí a mi alrededor y en mi oscuro cuerpo una invisible, intangible pululación. No la pululación de los divergentes, paralelos y finalmente coalescentes ejércitos, sino una agitación más inaccesible, más íntima y que ellos de algún modo prefiguraban. Stephen Albert prosiguió:
         — No creo que su ilustre antepasado jugara ociosamente a las variaciones. No juzgo verosímil que sacrificara trece años a la infinita ejecución de un experimento retórico. En su país, la novela es un género subalterno; en aquel tiempo era un género despreciable. Ts'ui Pên fue un novelista genial, preo también fue un hombre de letras que sin duda no se consideró un mero novelista. El testimonio de sus contemporáneos proclama —y harto lo confirma su vida— sus aficiones metafísicas, místicas. La controversia filosófica usurpa buena parte de su novela. Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó y lo trabajó como el abismal problema del tiempo. Ahora bien, ése es el único problema que no figura en las páginas del Jatdín. Ni siquiera usa la palabra que quiere decir tiempo. ¿Cómo se explica usted esa voluntaria omisión?
         Propuse varias soluciones; todas, insuficientes. Las discutimos; al fin, Stephen Albert me dijo:
         —En una adivinanza cuyo tema es el ajedrez ¿cuál es la única palabra prohibida?
         Refelxioné un momento y repuse:
         —La palabra ajedrez.
         —Precisamente -dijo Albert-, El jardín de los senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el espacio; esa causa recóndita le prohíbe la mención de su nombre. Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla. Es el modo tortuoso que prefirió, en cadda uno de los meandros de su infatigable novela, el oblicuo Ts'ui Pên. He confrontado centenares de manuscritos, he corregido los errores que la negligencia de los copistas ha introducido, he conjeturado el plan de ese caos, he restablecido, he creído restablecer, el orden primordial, he traducido la obra entera: me consta que no emplea una sola vez la palabra tiempo. La explicación es obvia:El jardín de los senderos que se bifurcan es una imágen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todasla posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravezar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
         —En todos —articulé no sin un temblor— yo agradezco y venero su recreación del jardín de Ts'ui Pên.
         —No en todos -murmuró con una sonrisa-. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo.
         Volví a sentir esa pululación de que hablé. Me pareció que el húmedo jardín que rodeaba la casa estaba saturado hasta lo infinito de invisbles personas. Esas personas eran Albert y yo, secretos, atareados y multiformes en otras dimensiones de tiempo. Alcé los ojos y la tenue pesadilla se disipó. En el amarillo y negro jardín había un solo hombre; pero ese hombre era fuerte como una estatua, pero ese hombre avanzaba por el sendero y era el capitán Richard Madden.
         —El porvenir ya existe —respondí—, pero yo soy su amigo. ¿Puedo examinar de nuevo la carta?
         Albert se levantó. Alto, abrió el cajón del alto escritorio; me dio por un momento la espalda. Yo había preparado el revólver. Disparé con sumo cuidado: Albert se desplomó sin una queja, inmediatamente. Yo juro que su muerte fue instantánea: una fulminación.
         Lo demás es irreal, insignificante. Madden irrumpió, me arrestó. He sido condenado a la horca. Abominablemente he vencido: he comunicado a Berlín el secreto nombre de la ciudad que deben atacar. Ayer la bombardearon; lo leí en los mismos periódicos que propusierona Inglaterra el enigma de que el sabio sinólogo Stephen Albert muriera asesinado por un desconocido, Yu Tsun. El Jefe ha descifrado ese enigma. Sabe que mi problema era indicar (a través del estrépito de la guerra) la ciudad que se llama Albert y que no hallé otro medio que matar a una persona con ese nombre. No sabe (nadie puede saber) mi innumerable contrición y cansancio.


[1] Hipótesis odiosa y estrafalaria. El espía prusiano Hans Rabener alias Viktor Runeberg agredió con una pistola automática al portador de la orde de arrestro, capitán Richard Madden. Éste, en defensa propia, le causó heridas que determinaron su muerte. (Nota del Editor.)