La historia, la literatura, las religiones, las mitologías, la poesía, las canciones, muestran a través de distintas formas Apolo representa la armonía, el orden y la razón. Dionisio, dios del vino, también conocido como Baco, representa el éxtasis y el desorden.
De este contraste, surgen los adjetivos apolíneo y dionisíaco. Sin embargo, los griegos pensaban en las dos cualidades como complementarias.
Desde siempre, la cultura, la historia, las religiones, han hablado de que el hombre tiene en sí mismo, dos personas (para simplificar, seguramente son muchas más). Personas antagónicas, generalmente una asociada al bien y la otra al mal. A veces representadas en una única persona, a veces por dos.
Desde los griegos, Apolo y Dionisio, el dios Jano, con dos caras, La Biblia, Caín y Abel, Jesús que redime y le pregunta al Padre porqué lo ha abandonado, Dr Jekyll y Mr Hyde, Otro yo, de Mario Benedetti.
Y Serrat y Tarrés.
Fernando Savater, hablando sobre este tema, dice que la vida es una permanente y perpetua búsqueda del equilibrio entre esas dos personas que todos somos. Un equilibrio que seguramente nunca alcanzaremos. Pero que, quizás, precisamente, esa permanente búsqueda del equilibrio, sea el equilibrio mismo.
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