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Muchos recuerdan las noches más “inolvidables” de su vida porque el día después fue todavía más “legendario”. En la mayoría de esos casos, la anunciada resaca llegaba con el pack completo, es decir: de la cama al inodoro y del inodoro a la cama. ¿Por qué demonios aparece la diarrea?
Los síntomas son similares tras una noche donde se ha bebido demasiado alcohol: deshidratación, dolor de cabeza, náuseas, y en el peor de los casos, vómitos acompañados con una tremenda diarrea.
Como explica a Thrillist el médico especializado en digestivo, el doctor Urvish Shah, el primer síntoma que indica que estás bebiendo demasiado se produce el mismo día, cuando comienzas a acudir a orinar más veces de la cuenta. Esta reacción se produce porque el alcohol es un diurético, es decir, que provoca la eliminación de agua y electrolitos del organismo a través de la orina (o de la expulsión de materia fecal).
Cuando tomas una bebida, esta ingresa al torrente sanguíneo de inmediato y causa que la glándula pituitaria en el cerebro inhiba la producción de vasopresina (también llamada hormona antiduriética), la que regula la retención de agua del cuerpo y contrae los vasos sanguíneos. Sin ella, los riñones envían agua directamente a la vejiga y tienes que acudir al baño.
Sin embargo, esto es tan sólo el principio de lo que te espera el día siguiente. En este caso lo explica la gastroenteróloga Kathlynn Caguiat:
El alcohol puede aumentar la motilidad gastrointestinal y no se descompone antes de que llegue al colon, donde las bacterias se dan un festín, lo que produce una hinchazón y diarrea.
La motilidad gastrointestinal es la acción fisiológica del aparato digestivo encargada de desplazar el contenido de la boca hacia el ano. La actividad de las células musculares lisas y células musculares circulares es la responsable del desplazamiento del quimo (la masa pastosa compuesta por los alimentos ingeridos) por el aparato digestivo. Por esta razón, la motilidad ayuda a las funciones de digestión, secreción y absorción de sustancias.
El problema, como explicaba la doctora, es que el alcohol actúa como alimento para las bacterias, quienes a cambio se lo pagan a tu cuerpo con un “extra”. Además, el aumento de la motilidad gastrointestinal significa que todo se mueve más rápido de lo normal, eso significa que el colon tiene menos tiempo para absorber el agua, lo que puede provocar la temida diarrea, donde las tripas pasan a convertirse en un tobogán de aguas turbias. Y si no has comido, la acidez extra también puede irritar el revestimiento de tu estómago causando, sí, más diarrea.
Una vez que conoces el proceso, puede que te surja la duda, ¿existe alguna bebida alcohólica que potencie la diarrea más que otras? La respuesta corta es sí, aunque cualquier tipo de alcohol en exceso puede llevar a ello. Según explica Shah:
Mientras más concentrado esté el alcohol, peor será la reacción. Por eso el whisky puede ser “letal” al día siguiente, y los licores suelen estar en los puestos altos de la lista.
Sin embargo, ni si quiera la cerveza se salva. Como explican los doctores, el cuerpo produce enzimas para ayudar a descomponer los carbohidratos que se encuentran en la espuma a medida que viajan al intestino delgado.
Cuando se arrojan altas cantidades en carbohidratos de forma rápida (como con la cerveza), y el etanol (alcohol etílico) acelera el proceso digestivo, algunos de los carbohidratos llegarán al intestino grueso sin descomponerse. Las bacterias en el intestino grueso comienzan a fermentar esos carbohidratos, lo que produce gases, heces blandas y, finalmente, la diarrea.
Dicho todo esto, la única forma efectiva de evitar acudir al baño tras una noche de excesos, es simplemente dejar de beber tanto. No hay otra solución mágica. [Thrillist]
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