viernes, 31 de diciembre de 2010

Mi deseos para 2011

 

¿En el 2010 tuviste alegrías y tristezas, pasión y apatías, miedos y coraje, dolor y bienestar, luchas y paz, sueños y huidas, bronca y perdón, encontrar y perder, orden y caos, fracasar y ganar, ser vos y dudar, ir y volver, construir y derrumbes, expectativas y decepciones?

Eso es muy bueno.

Estás vivo.

El 2011 va a ser igual.

Lo que cuenta son tus decisiones.

Tus acciones.

Este es mi deseo:

Sé auténtico.

No caigas en la trampa de la hipocresía.

No niegues.

Creé en vos. Sé vos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Technology and Society by Neil Postman 1/7








La siguiente transcripción no corresponde a la conferencia que muestran los 7 videos (posteriores a este texto), pero contiene algunas de las principales ideas y conceptos.

(Del sitio: http://www40.brinkster.com/celtiberia/neilpostman.html)

Las 5 advertencias del cambio tecnológico


Neil Postman (*)

Aun a riesgo de parecer algo condescendiente, quiero lanzarles un mensaje de tranquilidad: dudo que el siglo XXI nos depare problemas de una naturaleza más sensacional, desorientadora o compleja que los que tuvimos que afrontar a lo largo del siglo XX, o durante el XIX, el XVIII, el XVII, o en el mismo sentido, muchos de los siglos anteriores a estos. Para aquellos que estáis excesivamente inquietos sobre el nuevo milenio, puedo daros, desde el principio, algunos consejos sobre como afrontarlo. Estos consejos vienen de gente en la que podemos confiar, y cuya capacidad intelectual excede a la del Presidente Bush, el candidato Kerry o incluso Bill Gates. Esto es lo que Henry David Thoreau nos dejo dicho: "Todos los inventos no son sino medios perfeccionados de alcanzar un fin imperfecto". Esto es lo que nos dejo dicho Goethe: "Uno debería, cada día, intentar escuchar una pequeña canción, leer un buen poema, ver un bonito cuadro, y, a ser posible, expresar algunas palabras razonables". Sócrates nos dejó dicho: "Una vida no escudriñada no vale la pena vivirla". Rabbi Hillel nos dejo dicho: "Lo que no quieres para ti, no lo hagas con otro". Y esto es lo que nos dejo dicho el profeta Miqueas: "Lo que Dios quiere que hagas es que actúes rectamente, que seas misericordioso y que camines humildemente con Dios". Y podría añadir lo que Jesús, Mahoma, Isaías, Spinoza y Shakespeare nos dejaron dicho. Siempre es lo mismo: no hay escape de nosotros mismos. El dilema humano continua siendo el que era, y es un engaño creernos que los cambios tecnológicos de nuestra era van a dejar inservible la sabiduría milenaria y a los sabios.
Sin embargo, habiendo dicho esto, soy consciente de que vivimos en una era tecnológica y que afrontamos una serie de problemas de los que Jesús, Hillel, Sócrates y Miqueas no hablaron ni pudieron hablar. No tengo la sabiduría suficiente para decir lo que deberíamos hacer frente a estos problemas, por lo que mi contribución se va a reducir a advertir sobre lo que debemos saber a la hora de afrontar los problemas. Voy a llamar a este discurso "Las 5 advertencias del cambio tecnológico". Baso estas ideas en mis treinta años de estudio de la historia del cambio tecnológico sin que llegue a pensar que son ideas de corte académico o esotérico. Son esta clase de cosas que todo el mundo que esté preocupado con la estabilidad cultural y el equilibrio debería saber y yo os las ofrezco con la esperanza de que las encontréis útiles a la hora de pensar sobre los efectos de la tecnología sobre nuestro espíritu.

PRIMERA ADVERTENCIA
La primera advertencia es que todo cambio tecnológico implica un compromiso. Me gusta denominarlo un trato faustiano. La tecnología da y la tecnología quita. Esto significa que para cualquier ventaja que la tecnología ofrece, siempre existe su correspondiente desventaja. Las desventajas pueden llegar a superar en importancia a las ventajas, o las ventajas pueden perfectamente valer la pena sobre su contrario. Aunque parece una idea bastante obvia, es sorprendente cuanta gente cree que las nuevas tecnologías son como una bendición del cielo. Pensad solo en el entusiasmo con que la mayor parte de la gente abraza su conocimiento sobre ordenadores. Preguntad a cualquiera que sepa algo sobre ordenadores para que hablen sobre ellos, y veréis como de forma descarada e implacable, nos van a alabar las maravillas de los ordenadores. También vais a ver como en la mayor parte de los casos van a obviar una sola mención de las desventajas de los ordenadores. Esto es un peligroso desequilibrio, ya que cuanto mayores son los prodigios de una tecnología dada, también son mayores sus consecuencias negativas.
Pensad en el automóvil, que después de sus muchas ventajas, ha contaminado el aire, atascado nuestras ciudades y degradado la belleza de nuestros parajes naturales. O podríamos pensar en la paradoja de la tecnología médica que nos proporciona prodigiosas curas pero que, al mismo tiempo, es causa demostrada de ciertas enfermedades e incapacidades, y que ha jugado un rol protagonista en la reducción de la capacidad de diagnóstico de los propios médicos. También podemos recordar que después de todos los beneficios sociales e intelectuales que nos ha brindado la imprenta, sus costes fueron igualmente monumentales. La imprenta dotó a Occidente de prosa, pero hizo de la poesía una forma elitista y exótica de comunicación. Nos dio la ciencia inductiva, pero redujo la sensibilidad religiosa a una especie de superstición fantástica. La imprenta nos dio el concepto moderno de nación, pero al hacerlo convirtió al patriotismo en una forma sórdida, sino letal, de emoción. Podríamos decir que la impresión de la Biblia en lenguas vernáculas introdujo la sensación de que Dios era un inglés o un alemán o un francés, es decir, redujo a Dios a las dimensiones de un poderoso señor del lugar.
Quizás la mejor manera de expresarlo sería diciendo que la pregunta, "¿que va a hacer esta nueva tecnología?" no es más importante que la pregunta, "¿que va a deshacer esta nueva tecnología?". De hecho, esta última cuestión es más importante, precisamente porque apenas es formulada. Diríamos que una visión más sofisticada del cambio tecnológico debe incluir el escepticismo ante las visiones mesiánicas y utópicas que nos presentan los que no tienen un sentido histórico de los débiles equilibrios sobre los que descansa la cultura. De hecho, si por mi fuera, prohibiría a cualquiera hablar sobre las tecnologías de la información a no ser que la persona pudiera demostrar que conoce algo sobre los efectos sociales y físicos que causaron la invención del alfabeto, del reloj mecánico, de la imprenta y del telégrafo. En otras palabras, que sepa algo sobre los costes de las grandes tecnologías.
Primera advertencia, es pues, que la cultura paga un precio por la tecnología que incorpora.

SEGUNDA ADVERTENCIA
Esto enlaza con la segunda advertencia, y es que las ventajas y desventajas de las nuevas tecnologías nunca son distribuidas equitativamente entre la población. Esto significa que toda nueva tecnología beneficia a algunos y perjudica a otros. Hay incluso algunos que no les afecta para nada. Consideremos el caso de la imprenta en el siglo XVI, de la que Martín Lutero llegó a decir que era "el más alto y extremo acto de gracia de Dios, donde el mensaje de la salvación cobra impulso". Colocando el mensaje de Dios en cada mesa de comedor cristiana, el libro masivamente impreso socavó la autoridad de la jerarquía eclesiástica, y provocó el cisma en la Santa Iglesia Romana. Los protestantes de la época se entusiasmaron con este invento. Los católicos aparecían por el contrario enfurecidos y hasta enloquecidos. Puesto que soy judío, si hubiera vivido en esa época, me hubiera traído sin cuidado unos u otros, me hubiera dado igual si el pogromo fue inspirado por Martín Lutero o por el Papa León X. Unos ganan, otros pierden, unos pocos permanecen igual.
Pongamos otro ejemplo, la televisión, aunque aquí tengo que señalar que en el caso de la televisión hay muy pocos que no se vean afectados de una u otra forma. En América, donde la televisión ha calado más que en ningún otro sitio, hay muchas personas que la consideran una bendición, no menos que quienes han conseguido elevadas remuneraciones y gratificantes carreras profesionales como técnicos ejecutivos, directores de realización, presentadores o actores. Por otra parte, y a largo plazo, la televisión puede terminar con la carrera de profesor de enseñanza puesto que la escuela fue un invento asociado a la imprenta y permanecerá o desaparecerá dependiendo de qué importancia demos al mundo de lo impreso en el futuro. No hay perspectiva, claro está, de que sea la televisión la que desaparezca pero los profesores de enseñanza que se muestran entusiasmados por su presencia me recuerdan la imagen de algunos herreros que durante el cambio al siglo XX no solo alababan al automóvil sino que también creían que su negocio iba a verse beneficiado por su desarrollo. Ahora sabemos que su negocio no fue beneficiado por el automóvil, mas bien lo dejo obsoleto, como cualquier inteligente herrero podría haber supuesto.
Las verdaderas pregunta, que no debe descuidar cualquier persona que le preocupe el cambio tecnológico, son estas: ¿quienes se van a beneficiar del desarrollo de esta nueva tecnología?. ¿Qué grupos, qué tipo de personas, qué tipo de industria va a ser favorecida?. Y por supuesto, ¿a qué grupos de personas va a perjudicar?.
Estas cuestiones deberían estar presentes en nuestra mente cuando pensamos en la tecnología de los ordenadores. No hay duda de que los ordenadores han sido y seguirán siendo muy provechosos para las grandes organizaciones tipo compañías aeronáuticas o el complejo militar o los bancos o las agencias recaudadoras de impuestos. También es igualmente claro que el ordenador es indispensable para investigadores de alto nivel en física y otras ciencias naturales. ¿Pero hasta qué punto ha sido la tecnología de redes y ordenadores una ventaja para el conjunto de la población?. ¿Qué ventajas para los trabajadores del metal, fruteros, mecánicos, músicos, carniceros, obreros de la construcción, dentistas, teólogos y la mayor parte de los oficios en los que el ordenador ahora se inmiscuye?. Estas gentes tienen ahora sus asuntos privados mucho más accesibles a las instituciones siempre tan poderosas. Ahora son más fácilmente seguidos y controlados; están sujetos a muchos más controles e inspecciones, y se encuentran desconcertados antes las decisiones que se toman sobre ellos. Están siendo reducidos más que nunca a meros objetos numéricos. Están siendo enterrados en montañas de correo basura. Son objetivos fáciles de las agencias de publicidad y agencias estatales de fiscalización.
En otras palabras, estas personas son perdedoras en la gran revolución de los ordenadores. Los ganadores, entre quienes se incluyen las compañías de ordenadores, las corporaciones multinacionales y los estados nacionales, siempre van a animar a los perdedores a que se muestren entusiastas con la tecnología de los ordenadores. Así es como funcionan los ganadores, y desde el principio contaron a los perdedores que con los ordenadores personales la persona corriente puede llevar un balance de sus cuentas domésticas más limpio, tener sus recetas bien guardadas y hacer listas de la compra más lógicas. Luego les cuentan que con los ordenadores será posible votar en casa, comprar en casa, conseguir todo el entretenimiento que queramos en casa, y así hacemos la vida comunitaria innecesaria. Y ahora, claro, los ganadores hablan constantemente de la Era de la Información, siempre dando a entender que cuanta más información tenemos, más seremos capaces de resolver importantes problemas - no solo los personales sino los problemas sociales a gran escala también. ¿Pero qué hay de verdad en esto?. Si hay niños muriendo de hambre en el mundo - y los hay - no es porque haya falta de información. Si hay violencia en nuestras calles, no es porque haya falta de información. Si hay violencia contra las mujeres, si el divorcio, la pornografía y las enfermedades mentales están creciendo, nada de esto tiene que ver con la falta de información. Diría que es porque algo más falta, y creo que no es necesario que explicite que es lo que falta. Quien sabe, la era de la información puede resultar ser una especie de maldición que nos ciega de forma que no somos capaces de ver de donde vienen realmente nuestros problemas. Por eso siempre es necesario preguntar a aquellos que hablan de forma tan entusiasta sobre las tecnologías de redes y ordenadores por qué lo hacen de esa manera, qué intereses representan, a quien esperan dar poder y de quien esperan captar poder.
No pretendo atribuirles malignidad, dejemos siniestras motivaciones a otros. Solo digo que la tecnología favorece a algunos y que perjudica a otros, por lo que debemos preguntar al respecto. Por tanto, la segunda advertencia es que siempre hay vencedores y perdedores del cambio tecnológico.

TERCERA ADVERTENCIA
Ahí va la tercera. Dentro de toda tecnología se esconde una idea-fuerza, a veces incluso dos o tres ideas-fuerza. Estas ideas se ocultan a menudo a nuestra vista porque son de naturaleza algo abstracta. Pero esto no significa que no tengan consecuencias prácticas.
Quizás hayas oído hablar del viejo dicho: a un hombre con un martillo, todo le parece como un clavo. Podríamos extenderlo a regla: a cualquier persona con un lápiz, todo le parece como una artículo. A cualquier persona con una cámara de televisión, todo le parece una imagen. A cualquier persona con un ordenador, todo le parece como datos. No creo que debamos tomar estos aforismos literalmente. Pero lo que nos llama la atención es que cualquier tecnología tiene su prejuicio. Como la propia lengua, nos predispone favorablemente y valora ciertas perspectivas y conclusiones. En una cultura no escrita, la memoria humana es de la máxima importancia, como pasa con los proverbios, refranes y canciones que contienen la sabiduría oral acumulada de siglos. Por eso el rey Salomón fue considerado como el más sabio de todos los hombres. En Reyes I nos cuentan que sabía hasta 3000 proverbios. Pero en la cultura escrita, estas hazañas de la memoria son consideradas una perdida de tiempo, y los proverbios son simplemente fantasías irrelevantes. La persona de la era de la imprenta tiene habito de organización lógica y análisis sistemático, no escribe proverbios. La persona de la era del telégrafo valora la velocidad, no la introspección. La persona de la era televisiva valora la inmediatez, no los hechos históricos. La persona de la era de los ordenadores, ¿qué podemos decir de ella? Quizás podamos decir que la persona de la era de las computadoras valora la información, no el conocimiento, ciertamente no la sabiduría. De hecho, en la era de las computadoras, el concepto de sabiduría puede que no tarde en desaparecer por completo.
La tercera advertencia, por tanto, es que toda tecnología incorpora una filosofía que es expresión de cómo la tecnología nos hace usar nuestra mente, en qué medida nos hace usar nuestros cuerpos, en como codifica nuestro mundo, a cuales de nuestros sentidos se amplifica, a cuales de nuestras emociones y tendencias intelectuales desatiende. Esta advertencia es la suma y la sustancia de lo que el gran profeta católico, Marshall McLuhan quiso decir cuando acuñó la frase: "el medio es el mensaje".

CUARTA ADVERTENCIA
Esta es la cuarta advertencia: el cambio tecnológico no es aditivo, es ecológico. Lo explicaré mejor con la siguiente analogía. ¿Qué ocurre si vertemos una gota de tinta roja en una jarra de agua clara? ¿Tenemos agua clara o agua clara con una gota de tinta roja? Obviamente ninguna de las dos. Tenemos una nueva coloración en todas las moléculas de agua contenidas en la jarra. Esto es lo que pretendo explicar con el cambio tecnológico. Un nuevo medio no añade algo, lo cambia todo. En el año 1500, después de que se inventara la imprenta, no teníamos la vieja Europa más la imprenta. Teníamos una Europa diferente. Después de la televisión, América ya no era América más la televisión. La televisión dio una nueva coloración a las campañas políticas, a las escuelas, a las iglesias, a las industrias y a todo en general.
Esta es la razón por la que debemos ser cautos sobre la innovación tecnológica. Las consecuencias del cambio tecnológico siempre son amplias, a menudo impredecibles y en su mayor parte irreversibles. Es por eso que debemos ser siempre cautos de los capitalistas. Los capitalistas son por definición no solo gente que asume riesgos personales sino, sobre todo, y más esencialmente, gente que asume riesgos culturales. Los más creativos y osados de entre ellos ansían explotar las nuevas tecnologías al máximo, y no les importa que tradiciones son derrocadas en el proceso o si una cultura está o no preparada para funcionar sin esas tradiciones. Los capitalistas son, en definitiva, radicales. En América, nuestros radicales más conocidos siempre han sido capitalistas: hombres como Bell, Edison, Ford, Carnegie, Sarnoff, Golfwyn. Estos hombres borraron de un plumazo el siglo XIX y crearon el XX, por lo que es un misterio para mi por qué a los capitalistas se les supone conservadores. Quizás porque tienen tendencia a llevar trajes oscuros y corbatas grises.
Espero que entiendan que al decir esto, no estoy proponiendo argumentos para el socialismo. Solo digo que los capitalistas deben ser cuidadosamente observados y ordenados. De hecho, hablan de familia, matrimonio, piedad y honor pero si les dejan explotar las nuevas tecnologías en todo su potencial económico, pueden llegar a destruir las instituciones que hacen estas ideas posible. Ahora voy a poneros dos ejemplos de este punto, tomado del encuentro de América con la tecnología. El primero se refiere a la educación. ¿Quien, podemos preguntarnos, ha tenido el mayor impacto sobre la educación americana en este siglo?. Si piensan en John Dewey o cualquier otro filósofo de la educación, debo decir que están muy equivocados. El mayor impacto lo produjeron hombres discretos con trajes grises en un suburbio de Nueva York llamado Princeton, New Jersey. Allí desarrollaron y promovieron la tecnología conocida como los test estandarizados, que son los IQ test, los SATs y los GREs. Estos tests redefinieron lo que entendemos por aprendizaje, y supusieron una reorganización del curriculum para acomodarse a los tests.
Un segundo ejemplo se refiere a nuestra política. Está claro que la gente que más radicalmente ha influido en la política americana contemporánea no son ideólogos políticos o protestatarios estudiantiles con melenas y libros de Karl Marx bajo el brazo. Los radicales que cambiaron la forma de hacer política en América fueron los emprendedores vestidos con trajes oscuros y corbatas grises que dirigieron la gran industria de la televisión en América. No trataban de convertir el discurso político en una forma de entretenimiento. No trataban de impedir que una persona obesa pudiera optar a altos cargos políticos. No trataban de reducir las campañas políticas a un anuncio de 30 segundos de TV comercial. Todo lo que trataban de hacer es que la televisión se convirtiera en una gran máquina de hacer dinero sin parar. Que destruyeran la sustancia del discurso político en el proceso era algo que no les incumbía.

QUINTA ADVERTENCIA
Ahora llegamos a la quinta y última advertencia, que dice que tendemos a hacer de los medios algo mítico. Uso esta palabra en el sentido de que fue usado por el critico literario francés Roland Barthes. Utilizó la palabra "mito" para referirse a la tendencia común a pensar en las creaciones tecnológicas como si fueran creaciones divinas, como si formaran parte del orden natural de las cosas. En alguna ocasión he preguntado a mis estudiantes si saben de algún alfabeto que fuera inventado. La pregunta les sorprende. Es como si les preguntara cuando fueron las nubes y los árboles inventados. Creen que el alfabeto no es una invención humana. Si que lo es. Así ocurre con muchos de los productos de la cultura humana, pero especialmente con los derivados de la tecnología. Coches, aviones, televisores, películas, periódicos etc han alcanzado un status mítico porque son percibidos como regalos de la naturaleza, no como artefactos producidos en un contexto histórico específico.
Cuando una tecnología se hace mítica, es peligroso porque entonces es aceptada como es, y no es entonces fácilmente susceptible de modificación o control. Si propusiéramos al americano medio que las emisiones de televisión no empezaran hasta las 5 de la tarde y que terminaran a las 11 de la noche, o propusiéramos que dejara de haber anuncios en la televisión, pensará que es una idea ridícula. Pero no porque esté en desacuerdo con el plan. Lo tomará como ridículo porque asume que le estamos proponiendo que cambie algo de la naturaleza, como si sugiriésemos que el sol debería salir a las 11 de la mañana en vez de a las 7.
Siempre que pienso en la capacidad de la tecnología para hacerse mítica, me viene a la mente las palabras de Juan Pablo II cuando dijo: "La ciencia puede purificar a la religión del error de la superstición. La religión puede purificar a la ciencia de la idolatría y los falsos absolutos".
Lo que estoy diciendo es que nuestro entusiasmo por la tecnología puede volverse una forma de idolatría y nuestra creencia en sus beneficios puede ser un falso absoluto. La mejor manera de ver a la tecnología es como a un intruso extraño, recordando que la tecnología no es parte de un plan divino sino el producto de la creatividad humana y nuestro orgullo, y su capacidad para el bien o el mal queda siempre pendiente de lo que los humanos digamos que puede hacer por nosotros y a nosotros.

CONCLUSION
Así que estas son mis cinco advertencias sobre el cambio tecnológico. La primera, que siempre vamos a pagar un precio por la tecnología incorporada, cuanto mayor es la tecnología, más grande es el precio. Segundo, que siempre habrá ganadores y perdedores, y que los ganadores siempre intentarán persuadir a los perdedores de que también ellos son ganadores. Tercero, que incrustada a toda tecnología está un prejuicio epistemológico, político o social. Algunas veces este prejuicio nos puede favorecer, otras no. La imprenta aniquiló la tradición oral, el telégrafo aniquiló el espacio, la televisión ha empequeñecido el mundo, los ordenadores, quizás acaben degradando la vida comunitaria. Y así todo. Cuarto, que el cambio tecnológico no es aditivo, es ecológico, que significa que lo cambia todo a su paso, por lo que es demasiado importante como para dejarlo en las solas manos de Bill Gates. Y quinto, la tecnología tiende a hacerse mítica, esto es, que se percibe como parte del orden natural de las cosas, por lo que tiende a controlar más nuestras vidas de lo que sería deseable.
Si tuviera más tiempo, podría proporcionaros más cosas de interés sobre el cambio tecnológico, pero os dejo estas advertencias por el momento, y termino con el siguiente pensamiento. En el pasado, experimentábamos la tecnología del cambio a la manera de un sonámbulo. Nuestro slogan nunca explicitado ha sido "tecnología über alles", y hemos deseado adaptar nuestras vidas para encajar los requisitos tecnológicos, no los requisitos de la cultura. Esto es una forma de estupidez, especialmente en una época de cambios tecnológicos tan profundos. Necesitamos actuar con los ojos bien abiertos para que utilicemos más la tecnología en vez de que sea la tecnología la que nos utilice a nosotros.

(*) Neil Postman fue Director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York, escribió importantes libros sobre educación (Education as a Conserving Activity y The Disappearance of Childhood), sobre los efectos de los media (Amusing Ourselves to Death) y sobre los efectos globales de la tecnología (Technopoly).

domingo, 28 de noviembre de 2010

A la orilla de la chimenea - Serrat (Sabina)

Sabina interpretado por Serrat. Una de las canciones más bellas que nunca escuché.







Amor solitario



Con esta indiferencia oscura, tan vana como el desierto
Que se parece más, al frío de la nieve quemando las carnes
y a esa desesperación mortal de no llegar jamás
al calor del hogar.


Como se evocan las flores de la primavera,
en silencio casi sin sentir,
cada vez que se recuerda los colores de la vida.


Me alegré de las veces que te quise
Así, dibujo en estrofas mi pasión desconocida.


Palabras que rayan los papeles del olvido,
y duermen en alaridos callados
mis escritos que le murmuran al viento.


Ocultas súplicas en la nada, hecha a soñar su condena
A sabiendas que mañana, otra vez
pensaré en tu amor prohibido.


Miryam Morton

lunes, 22 de noviembre de 2010

Crítica a un mandamiento

Mi hija Magda, va a un colegio Católico. Tiene 17 años y termina este año.

Con agrado me enteré de que estaban analizando textos de don Fernando Savater (ver también Fernanado Savater en Wikipedia), a quien considero un pensador lúcido y desafiante. A Magda le dieron como tarea escribir la crítica a uno de los 10 mandamientos, el cual podían elegir, utilizando el estilo de Savater. Me pidió ayuda, que le diera algunas ideas.

Escribí este texto, como una base para desarrollar el trabajo. Le gustó.

Amarás a Dios sobre todas las cosas

Primer mandamiento. Primer problema. Por lo menos para mí. Sólo se puede amar algo que se conoce. Conocer a Dios, es algo que el hombre todavía no ha podido hacer. Ni con la ciencia ni con la razón. O se puede amar algo en lo cual se tiene fe. Con lo cual, el problema sigue, al menos para mí. No tengo fe, no creo en Dios. Creo en la razón. y en la ética.

Sin embargo, mi problema empieza antes. Podría decirse que soy alguna de las variaciones de lo que se suele llamar un agnóstico. Si a Ud. le preguntan si cree en las brujas, probablemente diga que no. Sin embargo, tiene noción de qué es una bruja. Incluso, con la imagen que tiene de una bruja, hasta podría describirla. Lo mismo si le preguntan si cree en los gnomos, las sirenas o los centauros. Puede imaginar estas cosas, porque fueron imaginadas y descriptas, por alguna persona antes. Pero mi problema es que ni siquiera puedo decir que no creo en Dios. Porque no siquiera tango la noción de Dios. Ninguno de los que lo han imaginado y descripto me convecen. No a mi razón.

Pero volvamos al problema de la fe en Dios, que permitiría a una persona creer en Él. Mi problema sigue. Problema que creo, empieza a ser no sólo mi problema, sino el de muchos.

Según la misma doctrina católica, según el Nuevo Testamento, la fe no se puede conseguir, no se puede buscar. Porque la fe es un don de Dios. Ni siquiera se puede rezar para recibirla. Porque para rezar a alguien, habría primero que tener fe, para rezarle a alguien en quien uno cree. Algo imposible, porque todavía no se ha recibido la fe, y por lo tanto no se puede creer.

Entonces. Mi problema persiste. No he recibido el don de la fe. Por lo tanto no creo en Dios. Y por lo tanto, sencillamente, no puedo amarlo.

Pero … ¿acaso este decálogo milenario, que ha inspirado a millones de personas a lo largo de la historia, carece de sentido? Mi razón me dice que no, que algún sentido debe tener.

¿Y si este mandamiento (y los dos que siguen) fuera una metáfora? La Biblia está llena de metáforas ¿O acaso alguien cree que la serpiente convenció a Eva? ¿O que el Mar Rojo se abrió para que Moisés cruzara con el pueblo hebreo? ¿O que Abraham iba a matar a su hijo? ¿O que Noé hizo un arca para subir a todas las especies de la tierra? Estás son todas metáforas, imaginadas por los hombres, para que los hombres reciban una enseñanza.

Quizás el Dios del que habla el primer mandamiento, sea aquello que, para cada uno, es lo supremo. Aquello que cada uno sienta como que es lo que le da sentido a su vida. La verdad, la ética, el trabajo por los demás. Si fuera así, entonces, el primer mandamiento se leería:

Ama a aquello que le da sentido a tu vida, por sobre todas las cosas.

Con este mandamiento, no tengo ningún problema.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cuentos, según Clarissa Pinkola Estés

"Confío en que salgas y dejes que te ocurran cuentos, es decir, vida y trabajes con estos cuentos de tu vida, la tuya, no la de la otra persona, que lo riegues con tu sangre y tus lágrimas y tu risa, hasta que florezcan, hasta que tu misma florezcas"

domingo, 17 de octubre de 2010

Serrat, amigo de la vida

Perlas de una entrevista publicada en La Nación, realizada por Any Ventura en septiembre de 2010. Serrat visitaba Buenos Aires con ocasión del acto de apertura del Congreso Iberoamericano de Educación.

… … …

-Con los años te has convertido en un amigo, en un símbolo, en alguien que ha acompañado la vida de mucha gente.

-Personalmente, no tengo ningún interés en simbolizar absolutamente nada. Entre otras cosas, soy una persona muy generosa y muy tolerante con los pecadores; y lo hago en defensa propia. Quiero decir que trato de manejar mi vida de la manera en que me sienta más cómodo conmigo mismo. De la misma manera como escojo la ropa en función de evitar los inconvenientes, es decir, la busco por su comodidad, no por su elegancia. Elijo la ropa para un manejo despreocupado y, sobre todo, huyendo siempre de todo lo que pueda simbolizar. Y en la vida hago más o menos lo mismo: cuando tengo que escoger entre dos caminos, normalmente tomo aquel en el que me siento más a gusto conmigo mismo... Llevo mucho rato presumiendo de esto [se sonríe por su conclusión a modo de chiste].

… … …

-Si de cambiar hábitos se trata, ¿te sientes más sabio con los años, menos discutidor?

-Que discutes menos, es evidente. Pero es que uno discutía por muchas estupideces. Estupideces. Estamos rodeados de estupideces. Discutía por cosas que son absolutamente prescindibles y que no van a modificar nada de todo lo que te afecta, fundamentalmente del entorno: cada quien tiene estas cosas prescindibles y cada quien sabe de las que quiere prescindir. De cualquier manera, sigue habiendo gente muy discutidora.

-¿No es tu caso?

-No. Otra cosa diferente es que pueda indignarme. Aquello que me cabreaba hace un tiempo me sigue cabreando. Y aquello que me indignaba me sigue indignando. Frente a eso, lo que trato de hacer es actuar de una forma más serena. En lugar de embestir el muro con la cabeza, trato de buscar dónde el muro es más débil para ver dónde pego el cabezazo con la sana intención de hacerme el menor daño posible en la cabeza.

… … …

-Hablemos de música. Serge Reggiani y Paco Ibáñez se asemejan a ti en el uso de las palabras. No encuentro muchos otros intérpretes, compositores, que tengan este sentimiento y les den tanto valor a las palabras. A veces, más que a la música...

-Yo canto canciones. Y las canciones están hechas de ambas cosas. No cantaría nunca canciones vacías, por muy hermosa que fuera la música; pero tampoco pretendería hacer una canción de un hermoso texto si detrás de él no hubiera una melodía que lo sostuviera con dignidad. Una cosa va con la otra. Las palabras son importantes, muy importantes. Por eso duele tanto ver cómo el mal uso de las palabras les hace perder poco a poco el sentido.

-Pero hay en tu forma un despliegue interesante del lenguaje: usas las palabras como si fuesen condimentos de una receta.

-Antes era así, ¿no? Pero ese es el sentido, para mí, de juntar palabras. Si puedo juntar palabras, que sea para conseguir esto.

-Hay una frase maravillosa que dijiste en aquel reportaje de Jesús Quintero, en relación con tu matrimonio: "De vez en cuando el agua bendita de la pasión salpica". Es difícil conjugar el paso de los años con la pasión.

-Pensar otra cosa es vivir en una falacia. Una relación de pareja, lo primero que tiene que tener para serlo es claridad, transparencia. Y no puede existir si tú no quieres a la otra persona. Y en el querer aparece un abanico muy amplio de posibilidades. Va desde el afecto más fraternal hasta la lujuria más desbordante. A lo largo de todo este abanico se mueve una relación de pareja que, cuanto más clara y más generosa y más respetuosa sea, mejor.

-Todo muy bonito. ¿Y cómo renovar la pasión y la adrenalina?

-Depende de las personas y de algo tan sencillo como es el conocerse uno al otro. [Piensa el tema, casi como pensando en voz alta] Qué buscará cada persona en la otra, ¿no? Si lo tiene, es fácil todo; si no lo tiene, no. Hay muchas cosas que pueden ir en contra de esto. La primera es reconocerse a sí mismo: reconocer quién eres, qué eres, qué edad tienes, qué esperas de la vida exactamente, hasta qué punto estás dispuesto a hacer el ridículo por tus pasiones.

-¿Has dejado de tener miedo de hacer el ridículo por tus pasiones?

-Nunca he tenido miedo al ridículo por las pasiones. Es como matar a un oso: son cosas que sólo he visto en el cine [risas].

… … …

-¿Cómo es tu cotidianidad en Buenos Aires?

-No: yo no uso cotidianos.

-¿Perdón?

-Hay cosas que se parecen, pero me niego a tener cotidianos. Lo que ocurre es que cuando entro en época de trabajo, todo el día se convierte en día de composición. Voy saliendo a partir de mis necesidades físicas de orearme, de respirar, de caminar o de alejarme de las cosas en que estoy. Pero no: no tengo cotidianos.

-¿No desayunas a determinada hora?

-Más o menos. Yo desayuno con mi perro. Pepe y yo desayunamos lo mismo. El come su comida, pero desayuna conmigo. Es un poco elástico. Puede ir de las 8 a las 10.

… … …

-¿Quién es tu Stalin hoy?

-No tiene cara ni tiene nombre. Ni tengo ningunas ganas de preocuparme por qué cara o qué nombre tiene. Sencillamente, creo que sin duda soy yo mismo. Es otra parte de mí mismo.

-¿Has percibido el cambio de actitud de las jovencitas cuando pasan de mirarte como guapo y te llaman señor?

-¡Sí! Lo que pasa es que el espejo es la realidad. Y en el alma tú tienes otro que no coincide con el espejo. No coincide hasta el día en que asumes que el del espejo no sólo es la realidad, sino que es la realidad imposible de modificar. Entonces, te gastas el dinero en cirujano plástico o te gastas el dinero en cosas mucho más divertidas.

-¿Has ido al cirujano plástico?

-¡No! Yo me he gastado el dinero en placeres terminales. Y no soy muy excesivo.

… … …

sábado, 16 de octubre de 2010

Renovar los conflictos

Santiago Kovadloff, en mi opinión uno de los pensadores más lúcidos de la Argentina, publicó el viernes 15 de octubre de 2010, un artículo que les recomiendo Nuevas madres en Plaza de Mayo.

A raíz de ese artículo, ese mismo día le hicieron una entrevista radial. Comentando el contenido del artículo, utilizó una expresión que me impactó:

“Los países que progresan, son los que son capaces de renovar sus conflictos.”

Reflexionado sobre esta frase, pensé que esto es aplicable a muchos otros órdenes. En particular, me interesa aplicarlo a lo personal.

Vivimos teniendo conflictos. Convivimos con los conflictos. Esto es parte de la existencia humana. Pero lo importante es ser capaz de renovarlos. ¿Qué significa eso? Resolverlos. O eventualmente, cambiarlos por otros, que quizás sea la misma cosa. Y entonces, aparecerán otros. Que a su vez tendremos que renovar.

Creo que una de los peligros que esta renovación no ocurra es perpetuar los conflictos. A veces es cómodo, o a veces es una forma del síndrome de indefensión adquirida.

Pero lo que es mucho más peligroso, es negar esos conflictos. Si los conflictos se niegan, no se pueden resolver. No se pueden renovar.

jueves, 7 de octubre de 2010

La sabiduría de un grande....

Lo que enseña este señor es conmovedor y un ejemplo a ser seguido por todos los que ya pasaron, o pasaremos, los 60 ... en realidad … me pareció tan sabio, que lo aplico desde hace muchos años … :o
Harold Schlumberg

harold-schlumberg … dice:
“Muchos me preguntan qué hacen los ancianos después de jubilados...Bueno, yo tengo la suerte de ser graduado en Ingeniería Química y una de las cosas que más me  gusta hacer  hoy día es transformar cervezas, vinos y otras nobles bebidas alcohólicas en orina ... al cabo de un simple metabolismo renal”.

Discapacidad

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martes, 5 de octubre de 2010

La pequeña muerte - Galeano

No nos da risa el amor cuando llega a lo mas hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo; en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

sábado, 2 de octubre de 2010

Llénate de mí – Pablo Neruda

Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.

Pero siento tu hora,
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría, lloraría, gemiría.

No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué? palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidéz no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.
Ser? la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.

Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,
inundando las tierras como un río terrible,
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos,
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca lo que existe,
correr fuera de mi mismo, perdidamente,
libre de mí, Curiosamente libre.
¡Irme, Dios mío, irme!

martes, 30 de marzo de 2010

Desarma y sangra

Intérprete: Seru Giran

Tu tiempo es un vidrio

Nuestro tiempo es frágil, efímero; al más mínimo golpe se rompe, se va. Pero el vidrio, el tiempo, es transparente. Con el tiempo, a través del tiempo, podemos ver más allá

tu amor un faquir, mi cuerpo una aguja
mi cuerpo, yo, soy una aguja; como vos sos un faquir, esa aguja no te duele, no te hiere, no te conmueve, no te genera emociones; al placer físico que sentís, no llega a movilizar tu sexualidad; sos un faquir de la sexualidad

tu mente un tapiz.

Tu mente es un entramado complejo, como el de un tapiz, difícil de ver y de desenmarañar

Si las sanguijuelas no pueden herirte
no existe una escuela que enseñe a vivir.

Ni las sanguijuelas (que es lo único que sabe hacer, están diseñadas para eso) pueden sacarte sangre. La sangre vista como símbolo del amor y la pasión la entrega. Desangrar esta en la esencia misma de la vida. A sangrar, a vivir sólo se aprende en la vida, viviendo. No se puede aprender en ninguna escuela.

El ángel vigía descubre al ladrón
le corta las manos,
le quita la voz,
la gente se esconde
o apenas existe,
se olvida del hombre, se olvida de Dios.

El ángel representa al supuesto "soldado", "representante", "siervo" de Dios. Ese ángel es el que descubre al ladrón, descubre nuestras supuestos pecados. NO es Dios, es sólo un ángel.

Miro alrededor,
heridas que vienen, sospechas que van
Cuando miro la realidad, sin prejuicios ni preconceptos, veo que la vida es heridas, dolores, fracasos. Y empiezo a cuestionarme las cosas. Vienen las heridas a mi, y van las sospechas hacia lo preestablecido.

y aquí estoy
pensando en el alma que piensa
y por pensar no es alma,
Y me doy cuenta de que si el alma pensara, no sería alma. El alma percibe la existencia, el alma vive, el alma siente.

desarma y sangra.

La forma de entender la vida, de vivir la vida, es desarmar todo lo que nos ata y nos limita, ser libres. Y sangrar. Otra vez, como símbolo del amor y de la pasión. Hay que dejar que esa sangre salga, fluya. Jesús, Redentor, Maestro del Amor, sangra, se desangra. "Tanto amó Dios al mundo, que envió a su Hijo único". Para que se desangre, para que Ame hasta el final Cuando estaba en la cruz, a instantes de morir, un soldado romano le clava una lanza en el corazón, y sólo brota agua. Amó, se desangró, hasta quedar sin sangre. Amó.